Nueva edición del curso de la Diputación Provincial, la Fundación Ávila y el GOAA, del 9 de mayo al 6 de junio
El Laberinto del Lobo de Lekanda
Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC
Querido Erri:
Te escribo desde el jardín de Heidelberg, visualizo el laberinto de Salomón de Caus desde la mente de un jugador de ajedrez, espacio ejemplar de vivencias de una soledad destruida en Babilonia; entre las tablas de retículas, se aguardan los ecos de Teseo para derrotar el vacío de la melancolía alada.
Al adentrarme en el laberinto, te veo vestido de Teseo con un peine tejido por tu amada Ariadna (Begoña) que, ante el énfasis de una diagonal, te muestra el camino para salir de la encrucijada del dragón con cuernos; al encontrar a tu Hércules, tu columna, has cosechado una fortaleza que dará sentido al sendero iluminado por los hilos del peine de Mari.
En el centro del laberinto, advierto el Hayal de Gorbea brillando con la luz plateada del poema ofélico de Lorca.
¡Asoma por un lado el Lobo de Lekanda, sus ojos iluminados provocan la regeneración vegetal del laberinto!
La escena pintada, ejemplifica el poder de la mirada del lobo sólido en su moral, en su belleza; es cavernario en su autenticidad, se lamenta entre sus gritos desde un silencio blanco.
Al encontrase Teseo y el Lobo, ambos se abrazan, se lamen para proyectar la luz intensa de un áurea de misterio clarificador. Desde la conexión simbólica, Ariadna teje a Teseo con el Lobo, turbador instante que contaremos juntos los tres, en un éxtasis floral laberíntico.
El color crece, se aplican los tonos ocres con una gran capa matérica. Mi ánimo está sobrecogido, mereces volar en el carro solar de Dédalo; eso sí, solo reconocerá tu ingenio tu amiga Begoña, los hombres no aman con la emulsión incondicional de las tejedoras doradas por Mari.
Las superficies vegetales del gran laberinto se espesan, para transcribir el metal procedente de las aguas de Gorbea, el Parnaso del Lobo.
¡Erri, eres el Lobo de Lekanda!
¡Se trata de tu patrimonio, nadie te lo puede robar!
Sobre la alfombra, el tratamiento lunático de tu amiga Ofelia, aporta contrastes de pinceladas amplias y fluidas para reforzar tu capacidad creativa; en la penumbra, las víctimas por desamor transmiten las huellas de las flores de los colores sinuosos del lienzo negro de Saturno.
En una oquedad del laberinto, reviso las descripciones de Herodoto y Estrabón, las genialidades de Plinio El Viejo me aportan datos que completo con las referencias de Virgilio; mientras, avanzo por los corredores de Creta con puertas que me confunden por su trazado; sin embargo, el ovillo de Ariadna me permite definir las resoluciones iconográficas estudiadas por Filarete y Colonna.
¡Estoy inmerso en la irregularidad del bosque salvaje, espacio utópico que rodea la circularidad de mi laberinto!
¡Quiero ser un Centauro de la isla de Citerea!
Dentro del laberinto de Caus, advierto la grandiosidad de tu legado modernizado; en el altar de Gorbea, el ídolo y el mito se encuentran en el alma del Lobo.
Al buscar la fuente del Laberinto del Lobo, se revela la plasticidad onírica, se muestra la imagen tuya como guardián hogareño de Gorbea, entre pucheros, tus gestos de soldado refuerzan la inmediatez de tus ideales conyugales y patrióticos.
¡Eres Fiel y Leal!
Ariadna te ha enseñado el tratamiento lumínico de las cenizas en flor de su baptisterio, lugar santo y sagrado que te aportó unas semillas eternas unidas a la épica de la Verdad que, con sigilo acuático, has colocado en tu tocador-altar de la flor solar.
Ante tu originalidad y creatividad, siempre medito sobrecogido para llevarlo a las grisallas de las pinturas veladas en mis textos compartidos con Begoña, dama enérgica que personifica la verdad laureada; ambos sois la personificación de la Paz.
Mientras recorro el sendero del laberinto del Orlando de Virginia, descubro un ambiente de paz, una fuente vegetal que se potencia en la unión del Lobo con Dafne.
¡Se deshacen las sombras!
Se eleva la metáfora de la Fidelidad. No abandones a Ariadna.
A pesar del laberinto-espejo de Caus, el jardín de Gorbea deriva en diagonal al laurel desvestido del bosque ensimismado. El pigmento seco se eleva con la fertilidad del Lobo en flor, revelador mito rescatado por el poeta de Gorbea.
¡Ariadna lleva calas en sus manos!
Subyace la sensibilidad del Lobo, se abre el espacio del paraíso para calmar el actual desconsuelo.
Se amplía la escena monocroma con el poder físico del Lobo, su larga vivacidad se empasta con las texturas plateadas del Hayal, atmósfera espiritual que expresa la grandeza moral del Lobo de Lekanda.