La ermita de San Bartolomé

Antiguas ermitas hoy desaparecidas en Navaluenga, por Juan Carlos Grande

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La ermita de San Bartolomé
Foto: Juan Carlos Grande
O.R.R
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Lectura estimada: 3 min.
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No sería aventurado pensar que durante el siglo XVIII, Navaluenga contara con tres ermitas de devoción. La ermita de Nuestra Señora de la Concepción ( hoy ermita de San Isidro), construida junto al puente románico, entre los caminos de Cebreros y Piedralaves; la ermita de Nuestra Señora de la Mercedes, edificada en el paraje conocido como 'las erillas', al inicio del camino viejo de Burgohondo y la ermita de San Bartolomé, al inicio del camino viejo de Navalmoral.

Cumplían así una función protectora a la hora de emprender un viaje, al igual que sucedía con los humilladeros. También protegían de la entrada en el pueblo de enfermedades y males como brujerías y conjuros, acorde con el pensamiento de la época.

En el Catastro del Marqués de la Ensenada (1751) se hace referencia, de forma muy escueta, a la existencia de la ermita de Nuestra Señora de las Mercedes. En el  libro de fábrica de la parroquia, se cita que en 1786 se visitan los libros de rentas y limosnas de Nuestra Señora de la Concepción y Nuestra Señora de las Mercedes, por lo que ya tenían culto ambas imágenes.

La ermita de San Bartolomé y de Nuestra Señora de la Concepción son nombradas por Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico en 1845 y Juan Martín Carramolino añade la ermita de Nuestra Señora de las Mercedes en su obra 'Historia de Ávila, su Provincia y Obispado' en 1872.

La ermita de San Bartolomé desapareció después de la guerra civil, cuando un capitán compró el terreno para construir una casa, denominándose popularmente esa zona como 'la casa del Capitán'. Quién recordaba la ermita aseguraba que era bastante grande, más que las dos existente en la actualidad, y que fue utilizada muchos años como depósito de cadáveres, cuando la causa de la muerte no era natural.

Al no conservarse ningún resto no podemos saber la fecha de su construcción, aunque sabemos por el libro de fábrica de la parroquia de Nuestra Señora de los Villares (1771-1855) que en 1786 existía una Cofradía de San Bartolomé y haciendo referencia a la capellanía de la parroquia, cita un altar de San Bartolomé.

A San Bartolomé se le representa en los siglos XVII-XVIII como Apóstol, por lo que lleva túnica y capa. En una mano sostiene un cuchillo o puñal de grandes dimensiones como referencia a su martirio, pues dice la leyenda que fue despellajado vivo. En la otra mano sujeta un libro y una pluma. También puede representarse con un demonio encadenado a sus pies.

Es el patrón de los oficios relacionados con la piel, especialmente curtidores, encuadernadores, pastores, vaqueros y carniceros. También es patrón de los sastres y abogado de las enfermedades nerviosas y según las leyendas protegía de brujerías y encantamientos, de ahí la famosa Cruz de San Bartolomé, una cruz de cuatro brazos.

Cabe pensar que teniendo un pasado de origen ganadero y habiendo vivido en Navaluenga curtidores, zurradores, tundidores y tejedores, no en vano aún conservamos la calle Tenería, ellos serían los que crearon la Cofradía de San Bartolomé y edificaron su ermita.

Oración de San Bartolomé

A la hora que el gallo cantó San Bartolomé se levantó,

las puertas del cielo vio abrir, a Jesús vio de venir.

Le dijo a donde vais varón, con vos voy Señor,

conmigo no vendrás no, pero te daré un don.

Donde tu nombre sea tres veces nombrado,

no caerá centella, ni rayo,

ni morirá niño de espanto,

ni mujer de parto,

ni hombre, ni mula en el campo

ni criatura sin recibir el agua del Espíritu Santo.

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