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Navaluenga, las castañas y el otoño

Por Juan Carlos Grande Gil

Navaluenga, las castañas y el otoño
O.R.R
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Lectura estimada: 4 min.

 

Alrededor de la lumbre la familia se reunía para disfrutar de las castañas asadas o 'calbotes' mientras se recordaban historias y costumbres de Navaluenga. Algunas personas aún recuerdan como se recogían 4.000 kilos, aproximadante, de castañas en el Castañar de la Pedriza. Los propietarios encargaban a un grupo de jóvenes, normalmente seis, la recogida de las castañas, que se prolongaba desde primeros de octubre hasta el 1 de noviembre.

El consumo de castañas es una tradición que persiste en la celebración del Día de Todos los Santos. Esta era la formula más tradicional de cocinarlas. A la luz del candil se ponía la trébede al fuego, un soporte de hierro con tres patas que se utilizaba para cocinar en la lumbre, y sobre ella una sartén vieja o una lata agujereada donde se depositaban las castañas con una pequeña hendidura en el costado, para impedir que se rompieran al asarlas, a las que había que dar la vuelta de vez en cuando.

Otra variedad eran las castañas cocidas en un puchero de barro al amor de la lumbre, bien fijado con el calzo de hierro para impedir que los niños o animales dométicos derramaran las castañas por el suelo. A estas castañas también había que hacerlas un corte en el lateral con la navaja.

Las castañas asadas, también denominadas calbotes, son uno de los productos más consumidos durante estos días. Son muchos los pueblos de Ávila en los que se le celebra 'La Calbotada' que ponía fin al tiempo de la cosecha, celebrando, entorno al fuego, la recolección de las castañas.

El Castañar de la Pedriza

Realmente mágico es el centenario castañar de la Pedriza. Situado entre las gargantas del Barranco de los Pájaros y Lanchamala lo componen medio centenar de castaños, alguno de ellos con cerca de 800 años de antigüedad. El entorno esta rodeado de grandes bloques graníticos, que dan nombre al paraje, donde se deja entrever la acción del glaciarismo.

Al tratarse de un castañar con muchos propietarios, durante la primera mitad del siglo XX, se encargaba a un grupo de seis jóvenes la recolección de las castañas siendo el tradicional modelo de "a medias" es decir el trabajo se pagaba con la mitad de la cosecha.

Estas castañas eran utilizadas para el consumo de la familia y para alimentar al ganado, especialmente a los cerdos. La recolección se prolongaba desde primeros de octubre hasta el día 1 de noviembre.

Este grupo encargo de recoger las castañas nombraba un "Alcalde" que era el encargado de llevar el cántaro de agua y la cuartilla para ir midiendo las castañas que recogían. Cada cuartilla tenía una capacidad para diez kilos aproximadamente.

A diario, se nombrada un encargado que recibía el nombre de "mandón" que distribuía el trabajo y recogía las castañas recolectadas por sus compañeros, entre cuatro o cinco cuartillas, es decir unos 40 kilos cada uno al día, que se depositaban en una casilla o "chozo".

El domingo repartían las castañas a partes iguales que solían ser 20 fanegas, cada fanega eran 40 kilos aproximadamente. Al final de la temporada de castañas habían recogido unos 4.000 kilos de castañas. De éstas, la mitad eran repartidas entre los propietarios del castañar y la otra mitad entre los jóvenes, unos 350 kilos para cada uno.

Llegó a ser tan importante y cotidiana la recolección de castañas en este castañar que cada castaño tenía su propio nombre.  Simón Quiroga, uno de estos jóvenes, a sus 101 años aún recuerda sonriendo sus nombres :'El Peludo', 'El Silverio' con un tronco tan grande que se necesitaban diez hombres para rodearlo con los brazos.

Del 'Vibolero' se decía que sus castañas eran muy buenas para cocer y por la etimología de su nombre no se sería difícil encontrar víboras a su alrededor.

'El Corralero' que debe su nombre a que está formado por cuatro o cinco castaños unidos por la raíz. El castaño que tenía las castañas más gordas se denomina 'El de Tía Rita'. El de 'La Mesa' nace de una piedra muy grande y era complicado recoger las más alas.

También están 'El de la Vereda' y 'El Suizo' cuyas castañas se comían crudas. Le seguía 'El del Chozo' un ejemplar de gran tamaño, 'El Tambor' y 'El de las Guapas' que daba las mejores castañas.

El castañar de la Pedriza, con sus ejemplares centenarios, los bosquetes de tejos y abedules en el Barranco de los Tejos de la Garganta de El Cambronal y los pinos laricios de la Garganta del Risco de Peñaltar suponen un claro ejemplo de la enorme riqueza medioambiental que atesora Navaluenga, un claro ejemplo de 'Bosques Mágicos'.