Además, el jurado ha querido dar una mención de honor al 'Dúo Belarc'
Carta-Camelia a Kapuleto
Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC. A Erri Kapuleto.
Hoy estoy vestido de Vicino para apoyar a Erri Kapuleto.
Se desploma una flor del manzano aislado del huerto de Atalanta.
Querido Erri Kapuleto:
Me encuentro en la fortaleza roja de Granada buscando camelias, el agua aflora y fluye por cada rincón, un edén luminoso arropado por la arcilla roja y por mis Camelias.
Los hombres no me han regalado camelias, elucubración de una percepción equívoca del desamor.
La Acequia real se nutre del Darro, para recorrer las laderas del cerro e inundar El Generalife y La Alhambra; de la acequia beben fuentes y jardines que perpetúan la unión/comunión de las aguas con la luz para glorificar la amistad.
Estás mal, pero lograrás salir de tu dolor.
Al entrar en el Baño Real, se revela la magia de las plantas de interior que, en toda su exuberancia, simulan ser un jardín persa sin camelias.
¡Aguas del paraíso, amor entre Camelias!
Escucho el canto de los pájaros que, dentro de sus jaulas doradas en rojo, miran las vidrieras de colores de los vanos de la fortaleza-palacio; estoy embalsado en un estanque, me hundo en los ligeros canales, entre los rosales blancos, los inmaculados pétalos rodean ni alma quebrada por las alas del desamor.
El agua entra y sale, tiene un lirismo con trayectorias sinuosas, Romeo y yo saltamos y deambulamos por las líneas del riego liberado. Me he bañado en una alberca de Camelias para visitar el edén, mi paraíso.
¡Erri, ya estás en la penumbra!¡Te queremos!
¡La luz difusa se filtra en tonos y texturas que se transforman en espacios habitados por la abstracción mística!
El agua, desde una clave simbólica, estructura los espacios en cuatro partes, se remite al paraíso; entre ríos alegóricos, el jardín-relicario se puede considerar un refugio para las almas conectadas al jardín del Amor.
¡Entramos en El Generalife por la Noche Oscura de Lorca!
La vegetación se somete a las directrices de los pórticos; entre galerías y pabellones, veo la síntesis ideal entre interior y exterior, binomio que se establecerá en la transición de castillo a paraíso fortificado.
En la intimidad del jardín, hablamos del desamor, entre réplicas intensas, se simulan las lanzas inundadas por las sombras de los cipreses.
Kapuleto, eres la fuente de Julieta y el arroyo de Romeo, al unirse en su idilio, las acequias y los vergeles definen la luminosidad del estanque en forma de "U", trazado que recorremos deambulando como sonámbulos, para entornar el viaje por el sendero de cipreses; entre laureles, recordamos el esquema geométrico de la cúpula de la sala de las dos Hermanas, un mágico espacio femenino de La Alhambra.
¡El Caballero Oscuro lleva un cinturón de luz sobre su aterciopelado cuerpo! ¡Brilla el vuelo con intermitencias para flotar en armonía con la cúpula celeste!
¡Modelos cambiantes de la Naturaleza inmersa en el interior, en el alma definida entre paneles y pechinas (pechos masculinos), matices de loza bajo el olivar del poeta andalusí!
Ingreso en una ensoñación, entre arcos de mocárabes, logro vestirme con el cielo estrellado de los siete cielos superpuestos por la epigrafía nazarí.
Bajo la alberca bicolor, llega mi hibridación.
Mientras me cubro con un manto lozaneado de oro, diviso una fuente de taza con la imagen de Hércules en las Hespérides.
¡Al poseer la acequia del poeta, la escalera de agua me permite adentrarme en el baño! Junto a los arrayanes, a bajo nivel, la cripta se cubre de estrellas, vanos de luz ventilados por las pérgolas de rosales que cubren mis Camelias.
Estoy en mi aposento, miro los mosaicos de loza que te llevaré para los baños de Arteaga. En la escudilla de loza, los lirios y las piñas dialogan con mi capa de terciopelo verde.
¡Quiero viajar sobre un ciervo califal al jardín de los naranjos!
¡Amo las flores! ¡Amo los jardines del imaginario acuático!
Erri, quiero ser botánico y mezclar en mis jardines las especies exóticas.
Mientras transito por el crucero de la acequia dorada, el paseo se revela en forma de agua, así logro recorrer el eje homérico.
Estoy oliendo un jazmín real, perfumes de infancia; al recordar a la Dama de Noche, los aromas suben a la balaustrada del aposento del Caballero Oscuro.
¡Llega el aire de azahar manchado de azafrán!
¡Aromas a menta y albahaca me atraviesan!
¡Escribo los cuentos de La Alhambra para ti! ¡Bebo un licor en el jarrón de las gacelas! ¡Asas aladas, llevadme a la fuente del Caballero!
¡Asombrado, retiro la cortina verde quemada, recupero la lámpara de almendro con sabor a menta!
¡Olor a peral en el membrillo altanero, virtud en su brillo apícola! ¡Amo las granadas del Averno!
Lienzo floral, tintineo del agua, cuadro vegetal.
¡Libro de sombras oculto en las aguas verdes de Ofelia!
Desde la libertad en flor.
Vicino Orsini.