Tendrá lugar en el Mercado Grande del 23 al 27 de abril
El bosque de Ariadna, el jardín de Ceres
Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC. Dedicado a María Luisa Segurola Icaza
El jardín de Bomarzo está protagonizado por esculturas en diálogo con la naturaleza, desparecen los ejes axiales del espacio, para dar vida a un discurso visual que lleva ante Ceres. Llegan las flores del paraíso.
Las flores de Bomarzo son invisibles.
Las flores se ven desde el paisaje del alma.
Las alusiones al laberinto de Bomarzo, determinan el entramado del bosque-jardín.
Identifico a Pirro Ligorio con Dédalo para darme(entregarme) las variantes vegetales de Ceres, las flores se amplían y se velan, las superficies y el ambiente se adentran en culturas ancestrales de Bilbao, lo mágico se une al caos para advertir los rasgos prehistóricos evocados desde los instintos de Pirro Ligorio, autor del deleitoso bosque que, con un jardín en su interior, decreta una mirada a la Edad Media Vasca, intercalando el reino vegetal y animal se logra hibridar el laberinto racional con el paraíso sobrenatural.
La idea de belleza manierista determina la evocadora ensoñación de Pirro Ligorio, clarificada desde un modelo creativo, las obras están determinadas por el gigantismo emparentado con el estilo rústico de la licencia poética; desde la dimensión dionisíaca se establecen significativas formas, signos emparentados con las representaciones de las grutas en el Renacimiento. Las nuevas visiones edénicas, descritas en textos clásicos, son retomadas por Pirro Ligorio (1510/13-1583), que describe un bestiario de animales fantasmagóricos en respuesta a un comportamiento psíquico diversificado; la metamorfosis de la naturaleza y sus mutaciones están enmarcadas en una innovadora teoría de la sinestesia; al partir de estudios detallados de la Antigüedad, los conocimientos científicos y lo onírico se unían para construir programas iconográficos que establecen la llegada a la Armonía desde los opuestos que entrecruzan una utopía natural del paraíso conquistado, una reconciliación del arte con las flores.
Las flores remiten y rememoran islas de añoranza, sueños de intimidad para compartir con amantes de la belleza, es decir, sufridores entusiastas del idilio de la fuerza de la energía ultramundana.
Revolución de un viaja arcádico.
¡Ceres vive ya dentro de Ariadna!
La vida placentera entre flores adentra en la delicada nostalgia del amor incondicional maternal, los sentimientos vivifican el jardín de unas sedas tejidas con las manos de Ceres, se trata de un largo camino velado por la cortina azulada desde el sabor secreto de los afectos.
¡Transformación de luz!
El Bosque abismal de Bomarzo es la antítesis de Citerea, ambos lugares sagrados parten del texto El Sueño de Polifilo, obra cumbre del Renacimiento que aporta la fortaleza de las flores en el viaje a la isla del amor.
El templo de Ceres es un jardín, un locus amoenus inundado de flores señoreadas con arroyos amenos. Ariadna revitaliza el mensaje silencioso de los velos secretos.
Ariadna se cubre con velos negros, inicia su peregrinaje místico para adentrase en el altar inundado por los pétalos de Ceres.
Ante su baptisterio, revela su gran amor por Ceres. Madre e hija dialogan sobre el profundo sueño de las musas. En la sombra, ambas en flor, observan las aguas vivas perfumadas por Ceres cada noche. Las dulces lágrimas de Ariadna van dando forma al camino blanco, maravilla iluminada por pétalos rojos y amarillos.
¡Floración solar del Amor maternal!
Entre visiones blancas, Ariadna despierta del sueño sobre la barca azul.
El hilo recorre la cabellera de Ariadna entre las perlas y flores tejidas por Ceres. El manto cubre los pies de Ariadna, el jazmín cruza las piernas de la dama blanca, convertida en vergel, se empapa con el agua de la fuente de Ceres.
Florece un rosal rosa, el laberinto de ramas está incrustado por pigmentos procedentes del bosque de Oma.
Ariadna advierte la concepción de una energía creadora. Irrumpe la luz de Ceres entre las estrellas de la cabellera.
La isla-jardín y el bosque alumbran las historias de amor sobre la belleza elevada. Ariadna mira su vientre...
En el paraiso...