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Clásico

Los barrios de la Sierra de Navaluenga y el libro de la Montería de Alfonso XI

Por Juan Carlos Grande Gil

Los barrios de la Sierra de Navaluenga y el libro de la Montería de Alfonso XI
O.R.R
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Con la llegada del buen tiempo los quehaceres diarios se multiplicaban en el campo. Los tiempos de arada dejaban lista la tierra para la semencera. El cuidado de los prados, eriales y huertas obligaban a muchas familias a permanecer largos espacios de tiempo cuidando de sus fincas.

 Este hecho dio origen a los barrios en los campos de labor. Junto al camino de acceso a las fincas se construían las casillas que agrupadas formaban los barrios. Quizás el caso más conocido en Navaluenga es el barrio de La Lobera.

Una decena de casas, en algunos casos provistas de corral, horno de pan y pajar, se alineaban en los dos sentidos del camino. Junto a la puerta de alguna de las viviendas aún pueden verse las pilas labradas en piedra para alimentar a los cerdos.

También fue muy popular el barrio de Las Umbrías, donde a mediados del siglo pasado el sacerdote de Navaluenga subía a oficiar la misa y facilitar así la realización de las tareas agrícolas evitando el desplazamiento de sus moradores.

Siguiendo el sentido etimológico del paraje, otro de estos barrios, el barrio alejado, es decir 'Barrialejo' concentró a un buen número de vecinos, labradores y ganaderos que pasaban gran parte del año en este lugar.

Siglo XX

También acogieron a un buen número de vecinos los barrios de 'Las Cepedillas' y 'Venero Claro', en algunas publicaciones de principios del siglo XX se refiere a estos barrios como caseríos de labor.

Junto con 'La Lobera', Barrialejo es un barrio muy antiguo, que ya en el libro de la Montería del Rey Alfonso XI,  se dice que la armada o puesto de caza donde estaba el rey se situó en Barrialejo. El relato, muy interesante, fechado en 1344 menciona que la cacería tuvo lugar en el mes de noviembre. Desde El Tiemblo, los monteros del rey siguieron a un gran oso hasta 'Las Cabreras de Navaluenga'.

Al día siguiente, encontraron el rastro en la nieve dirección "a la Pedriza" en el barranco de la Cabrera, al caerles la noche sus monteros, Diego Bravo y Martin Gil, bajaron con los canes y se alojaron en unas casillas en Barrialejo.

El oso, al que pusieron ocho perros, se ocultó en la espesura del bosque lo que obligó a prolongar hasta cinco días la cacería, ya que los monteros tenían orden del rey de no abatirlo en su cama, sino en campo abierto. Este hecho fue lo suficientemente importante para que el rey  decidiera incluirlo en su 'Libro de la Montería' como una experiencia personal, pues refiere en el texto que "nos aconteció".

Según aparece publicado en la Biblioteca Venatoria de José Gutiérrez de la Vega los datos referentes a la cacería del oso de las Cabreras de Navaluenga ofrecen datos técnicos, geográficos y cronológicos que permiten asegurar que este libro de la Montería fue escrito por el rey Alfonso XI, entre  los años 1342 y 1350.