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El modelo electoral español está determinado por tres factores clave: el número de escaños que se eligen -350 diputados-, su reparto por circunscripciones -cuántos escaños se eligen en cada provincia- y la fórmula matemática para hacer ese reparto -el sistema D'Hondt.
De todos estos factores, explica EFE, el más denostado por los críticos del modelo electoral es sin ninguna duda el método D'Hondt, pese a que es el tamaño de la circunscripción el factor determinante en la falta de proporcionalidad que muchas veces se reprocha al sistema.
Creado por el jurista belga Víctor d'Hondt en 1879, es un método de reparto que busca asignar los escaños a las listas de la manera más proporcional posible con respecto al número de votos recibidos.
No obstante, el sistema tiende a favorecer a los grandes partidos, sobre todo en las circunscripciones más pequeñas, en las que la proporcionalidad queda distorsionada por la imposibilidad matemática de conceder escaño a las candidaturas con menos votos y que no alcanzan un determinado porcentaje.
Para entender cómo funciona el modelo, imaginemos una tabla en la que se disponen los diferentes partidos que se han presentado en una provincia y tantas columnas como número de escaños a distribuir; pongamos de ejemplo una provincia con 5 diputados.
Para empezar, se descartan las candidaturas que no alcancen el 3 por ciento de los votos en el caso de las elecciones generales.
A continuación en cada una de las columnas se disponen los sufragios conseguidos por cada candidatura divididos entre 1, 2, 3 y así hasta dividir entre cinco, que son los escaños totales a repartir en esa circunscripción.
Hecha esta división, cada diputado se va asignando a cada uno de los cocientes más altos en orden de mayor a menor, hasta llegar al quinto y último escaño.
Como se puede observar a simple vista, a mayor número de escaños a repartir mayor es la posibilidad de que las fuerzas minoritarias obtengan diputado, siempre y cuando superen esa barrera mínima del 3 por ciento marcada por la ley.
En Madrid se reparten 37 escaños, cantidad suficiente para que cualquier partido que supere ese mínimo obtenga diputado. Como ejemplo, en noviembre de 2019, Más País obtuvo dos escaños con el 5,7 por ciento.
Por contra, en Soria, donde solo se eligen dos diputados, y salvo una victoria arrolladora de un partido, lo normal es que la fuerza más votada se lleve un escaño y el segundo, el otro. El resto de partidos, aunque tengan porcentajes relevantes, quedan fuera.
Si este sistema nos puede parecer injusto o poco proporcional, el sistema británico es el paradigma de los modelos mayoritarios, en los que el vencedor, aunque sea por un solo voto, barre.
El Reino Unido tiene 650 circunscripciones que representan a Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte. Cada circunscripción sólo tiene un representante en la Cámara de los Comunes.
Cada partido presenta a las elecciones a un único candidato por circunscripción, y el más votado, aunque sea por mayoría simple, es elegido.
El sistema británico perjudica la representación de los partidos minoritarios y potencia a los partidos hegemónicos -habitualmente los conservadores y los laboristas-, así como la formación de mayorías absolutas en el Parlamento.
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