circle
Clásico

Desierto de incienso, iconografía del abandono

Blog de Eduardo Blázquez Mateos-URJC

Desierto de incienso, iconografía del abandono
Tribuna
Lectura estimada: 2 min.
Última actualización: 

¡Dédalo vive en el desierto de amor!

La salida de la crisálida se produce en el desierto de Eros, un páramo inundado por un sol abrasador.

La iconografía del Abandono fulmina la floración del laberinto de soledad.

Sobrepasado por su visión sublime del desamor, Dédalo se enfrenta al sol platónico, para desertar de la nube fulgente.

Ante el nuevo desafío, Dédalo bebe de la fuente de la Virtud, oasis acotado por los hermes en flor, recuadro separado de una cultura civilizada que apuesta por las divinidades dionisíacas y totémicas.

?

SOLO, LIBRE

?Subido en esta cumbre oteo la inmensidad, fiel reflejo de lo que un día fui, ahora pequeño y hundido busco una leve salida, un rayo de luz que ilumine mi oscuro camino, tantos años en esta fría y negra prisión, contemplo inerte un frío escenario del que creo que llegaré a formar parte, decorado inerte?..

Frío viento del norte que mueve mi pelo, desnudo con los brazos en cruz, cierro mis ojos y siento fríos puñales sobre mi cara, viento cortante que hiere mi piel. ¡Aún puedo sentir! Una sonrisa de agradecimiento, si, puedo sentir más dolor, qué bueno sería sentir los tenues rayos de sol en una cálida mañana de verano?.(Errikarta)

?

Dédalo se transforma en Resplandor para soñar con una vida nueva junto al brillante Diónysos. Flanqueado por las variantes de la modalidad ensoñadora de la iconografía del abandono, Dédalo busca la copa ilustrada con los relieves de los sátiros danzando.

¡ Imagen híbrida de una coronación en el desierto en flor!

La piel y el paisaje se integran para vivir fuera de lo real, las ensoñaciones anuncian las primaveras de las palmeras que, procedentes de los ejercicios eróticos de los anacoretas, reposan bajo la sombra del cuerpo totémico del dulce Dédalo.

Ante dos leones invisibles, se envolvía con la tela de la neblina, para empavesar el sentimiento de la Naturaleza, siempre austera en el desierto; entre las dunas, los lobos se manifestaban entre los espejismos, para alhajar las flores de cera del arquitecto.

Dédalo, adandonado, glorifica la arena que cubre el laberinto-jardín,  se ensombrece la laguna de Eros con un nuevo cielo enroscado en velos negros.

¡El ideal heroico se vive fuera de la tragedia!

En unión amorasa con su soledad, Dédalo sopla las cumbres del desierto, quiere ver el laberinto velado por la eterna primavera.

Recostado, enumera sus sueños en su lecho de arena; moviendo los labios, se apodera de un tormento remoto mezclado con el trastorno de la luz crepuscular.

La anatomía reposada, vibrante, muestra la mesura del opulento sabio, su cuerpo, revelado en acciones con movimientos internos, se agita evitando la evidencia.

¿La actividad reflexiva del sabio Dédalo es un motor sensual dependiente o independiente?

¡Aislado, visible e invisible!

La contemplación de Dédalo dormido, alimenta el camino al templo de luz, al cuerpo solar.

Errikarta, ante los velos, habla con Thánatos para iluminar el solitario viaje a las fantasías del alma del lobo negro.

El incienso lo invade todo.

¿Se pueden evitar los espejismos-barreras para apelar a la desnudez íntima?  ¿Se diviniza a un mito desde el éxtasis del paisaje?

Al descubrirse y ocultarse, Dédalo une todos los vértices del universo aéreo. Las paradojas y los contrarios, se funden para separarse.

Entre lo terreno y lo celeste, los espejismos móviles de Errikarta-Dédalo se desgranan desde la sabiduría de los anacoretas.

¡Explota la Belleza para conquistar la Libertad!