El Barcelona ha tenido que aplazar, una jornada más, el título liguero, tras caer en Huerta del Rey ante un Atlético Valladolid que dio un recital de balonmano, sobre todo, en el plano defensivo, con un seguro César Pérez bajo palos. El cuadro catalán salió a la pista plenamente consciente de que, en este encuentro, podía lograr el título liguero, y dejó claro que no iba a especular. Una férrea defensa hizo sudar a los vallisoletanos para marcar.

Pero Huerta ha sido un fortín durante toda la temporada, y los locales no tenían intención de ceder fácilmente. Por eso, también se mostraron muy serios en su área, frenando a los lanzadores rivales. El cuadro azulón no tenía nada que perder y, con Karapalevski en la dirección, fue adquiriendo confianza para tomar las riendas del juego y del marcador, llegando a obtener una renta de tres goles (11-8).

Obviamente, el Barça tenía mil veces más recursos, dentro de la cancha y en el banquillo, pero lo cierto es que en la primera mitad fueron dominados por los gladiadores azules, que supieron desplegar sus armas para contrarrestar el poderío catalán. Con el 13-10 en el electrónico, el técnico blaugrana, Carlos Ortega, pidió un tiempo muerto, para reclamar más intensidad a los suyos, pero el Barça siguió siendo sorprendido por los vallisoletanos, con un José de Toledo convertido en una ametralladora.

Ese gran trabajo coral del Atlético, una gran defensa, cerrada a cal y canto por un magistral César Pérez en la portería, y el desparpajo a la hora de lanzar, permitieron a los de David Pisonero llegar al descanso con cinco tantos de renta (15-10). Quedaba toda la segunda mitad. Y el Barça selló su área imponiendo una férrea defensa, lo que frenó el empuje local, dejando la renta en tres goles (15-12). Pero los vallisoletanos supieron reaccionar para recuperar los cinco (18-13).

Ortega volvió a solicitar un receso. Pero ni las dos exclusiones consecutivas que sufrió el Atlético varió el curso del choque, ya que estas se saldaron con un solo gol en contra, y de penalti. Mas las fuerzas les empezaban a fallar a los gladiadores azules. El desgaste les impedía realizar el repliegue con rapidez, y eso, ante un Barça que presume de velocidad, pasa factura en forma de goles.

Del 19-14 se pasó a un 20-18. Podía suceder cualquier cosa, porque a esas alturas, los locales no se iban a rendir después de haber controlado todo el partido. Los catalanes aplicaron una defensa individual, para tratar de arañar goles. Pero Huerta del Rey se volcó con los suyos, y les empujó hasta el final para que mantuvieran a raya la presión visitante y sumaran un nuevo triunfo ante el todopoderoso Barcelona, que tampoco pudo derribar el muro en el que se ha convertido el pabellón vallisoletano.