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Construcciones ganaderas: majadas y apriscos en Navaluenga

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Construcciones ganaderas: majadas y apriscos en Navaluenga
Juan Carlos Grande Gil
Lectura estimada: 3 min.

Los primeros ganaderos que poblaron este valle aprovechaban los recursos naturales existentes para realizar los encerraderos de ganado utilizando el menor número posible de materiales en sus construcciones. Así, utilizando abrigos naturales surgieron los apriscos, el más grande y conocido es el situado junto a la Garganta de Aguaclara.

Este aprisco dispone de un pequeño corral exterior y está cubierto por una enorme roca que configura un abrigo natural en forma de cueva y puede guardar más de doscientas cabras u ovejas.

Estas sencillas estructuras informan sobre la capacidad de estas gentes para analizar el medio que le rodea y de modificarlo en su beneficio con un mínimo impacto en el espacio natural.

Para que la ganadería y el pastoreo tuvieran su espacio se hizo necesario ganarle terreno al monte a base de eliminar vegetación mediante rozas continuas, de ahí algunas toponimias como 'Rozamartina' y 'Rozomotejo'. El pastoreo contribuyó, por lo tanto, a una conservación ordena del bosque, eliminando la maleza.

De esta cultura pastoril surge la construcción más característica en las zonas rurales de montaña, la majada.

Se conservan muchas majadas en Navaluenga en diferentes estados de  conservación, en muchos casos en ruinas. Están edificadas en mampostería de granito trabada en seco o a hueso, reforzando los vanos y aristas con sillarejos bien trabajados.

Se aprovecha, en la medida de lo posible, los desniveles del terreno para facilitar la pendiente de la techumbre y soportar el peso de la nieve acumulada en las nevadas invernales.

Las majadas tienen una estructura generalmente rectangular y de tamaño variable según las posibilidades de suelo o económicas de los ganaderos. La cubrición estaba realizada con teja árabe en el exterior y grandes cerchas de madera en el interior, en muchas ocasiones de castaño.

Apoyada en vigas de madera fijadas al suelo o en los lanchares graníticos mediante cajeados, se levantaba una segunda estancia, elevada, con suelo de tablas de  madera que servía para depositar heno y que en determinadas épocas del año era utilizado como hogar del pastor o cabrero.

En el interior de la majada se instalaba el pesebre realizado con un tronco de árbol que se vaciaba para poder depositar el grano o pienso y alimentar al ganado. Este pesebre recibía el nombre de canal o canaleja.

En las majadas se ordeñaba y se almacenaba la leche en cántaros de distintos tamaños que se trasladaban en los serones de esparto a lomos de las caballerías. Como actividad complementaria en muchas majadas se curaban los quesos elaborados por los ganaderos, principalmente con leche de cabra.

Al exterior presentan corral realizado con muros de mampostería trabada en seco que presenta en la parte superior un voladizo denominado muro 'encobijado' para dificultar el acceso de los lobos impidiendo o dificultando su salto.

Asociados a las majadas estarían las chiviteras que son pequeños refugios donde de guardaban a las crías de las cabras, llamados cabritos o chivos, de ahí su nombre, cuando estos por su temprana edad no podían seguir al rebaño. En el caso de los borregos o crías de las ovejas, estos refugios recibían el nombre de borriles. Entre la toponimia local encontramos 'Los Chivitiles' y 'El Borrilón' que hacen referencia a estas construcciones ganaderas.

Para aprovechar los pastos de montaña el pastor se ayudaba de los perros de careo para dirigir el rebaño y de grandes mastines provistos de carlancas o collares de hierro destinados a proteger al ganado del ataque de los lobos. En este sentido, es muy popular el 'Romance de la Loba Parda' que cantaban los abuelos, al amor de la lumbre, haciendo sonar sus carlancas.

Los núcleos familiares ganaderos rara vez tenía grandes rebaños, atajos o piaras de ganado por este motivo la pérdida de un animal, ya fuera por accidente, enfermedad o lobada llevaba serias consecuencias en su economía.

De esta lucha entre el ganadero y el lobo quedan en la sierra parajes que hacen alusión a este termino animal. Así podemos encontrar 'La Lobera', 'Canchalobera' o el denominado 'Rico de la barda' que hace alusión a los 'bardales' corrales o cerramientos, fabricados originariamente con las ramas y derivados del roble (bardales) destinados a capturar a los lobos.

Una vez atrapados en estos corrales de los lobos eran hostigados por los ganaderos con chuzos, lanzas loberas y chamuzos. En 1835, en plena Primera Guerra Carlista, se mantuvo la autorización a pastores y rabadanes del uso gratuito de armas de fuego con que defenderse de los malhechores y alimañas en despoblados.