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Amarga victoria del PP en un país ingobernable

Tribuna
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Alberto Núñez Feijóo reeditó ayer la amarga victoria de Aznar en el 96, pero con la diferencia de que tendrá muy difícil gobernar. Pedro Sánchez pasará a la historia por su capacidad de resistencia, como un político brutal que no solo ha salvado los muebles del PSOE, sino que tiene en su mano reeditar un gobierno de coalición con Sumar y las fuerzas independentistas que ya le han venido apoyando estos años. Otra cuestión es saber el precio que deberá pagar, porque la llave la tienen personajes como Puigdemont, pero por supuesto no tendrá ningún tipo de complejo en unir los votos para coser la mayoría que necesite. Está claro que su estrategia de adelantar las elecciones en una fecha tan controvertida la ha servido para afianzarse como líder de su partido y un posible nuevo presidente del Gobierno en España incluso más reforzado que hace cuatro años.

La evidencia de esta convocatoria se resume en el hartazgo de una sociedad sometida a un ciclo electoral desde el mes de abril. La concatenación de dos procesos ha terminado por colmar la paciencia de los votantes, sometidos a una campaña permanente con el añadido de acudir a votar en plena etapa vacacional. Puede que esta suma de factores haya podido tener un efecto directo en el resultado de este 23J. De entrada, la respuesta al voto por correo ya anunciaba un deseo de movilizarse para votar como mejor expresión de todo lo que ha venido ocurriendo en estas últimas fechas. Sin embargo, la participación en directo ha sido la más baja de los últimos 25 años. Es decir, la fecha de la convocatoria ha tenido sin duda una influencia a la hora de limitar la asistencia a los colegios electorales.

Las elecciones venían marcadas por el acento que marcó el Partido Popular frente al concepto del sanchismo y su deseo de marcar diferencias con VOX. Enfrente, un marcado bloque de izquierdas que no ha disimulado su deseo de seguir juntos, incluso añadiendo los mismos compañeros de viaje que han tenido PSOE y Podemos (ahora Sumar) en su etapa de Gobierno. Estos conceptos han marcado la campaña electoral, los debates, los análisis, las cuentas demoscópicas, las estrategias.

La política española está más fragmentada que nunca en dos segmentos que amenaza a bloqueo. España ahora es un país ingobernable, que se divide entre amargas victorias y dulces derrotas. Las fechas posteriores a estas elecciones marcarán el devenir que puede abrir otro escenario: desde un nuevo gobierno Frankestein a incluso una nueva cita con las urnas.

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