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'Transit' lleva el mundo de la abstracción al Palacio Los Serrano

Hasta el 19 de agosto con 34 obras de Waldo Balart, Julián Gil, Alfonso Sicilia Sobrino, Guillermo Lledó, Anto Rabzas y Jorge Varas

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'Transit' lleva el mundo de la abstracción al Palacio Los Serrano
Javier Ruiz-Ayúcar
Javier Ruiz-Ayúcar
Lectura estimada: 4 min.

El Palacio Los Serrano acoge hasta el 19 de agosto la exposición 'Transit. Materia_espacio_color_tiempo', una muestra elaborada con la colaboración del departamento de Dibujo y Grabado de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid que ofrece al visitante 34 obras de Waldo Balart, Julián Gil, Alfonso Sicilia Sobrino, Guillermo Lledó, Anto Rabzas y Jorge Varas.

Según explican desde la UCM, los artistas que exponen en Ávila plantean una propuesta en la que la abstracción y la geometría se establecen como contenidos formales de trabajo.

Waldo BalartJulián GilAlfonso Sicilia SobrinoGuillermo LledóAnto Rabzas y Jorge Varas, materializan estas referencias estéticas de acuerdo con ciertas características que les hacen coincidir como grupo, sin por eso dejar de reconocer la singularidad de cada autor. Resultará interesante comprobar como las directrices formales que les convocan pueden ser expresadas en formatos, técnicas y lenguajes diferentes, estableciendo una conversación entre varias formas de interpretación, que pueden posibilitar el enriquecimiento de cada uno de los discursos.

En esta ocasión, por las características de las salas han podido extender su trabajo más allá del plano de la pared, un tercer eje de coordenadas será tenido en cuenta en el desarrollo de esta exposición. Además de piezas colgadas en el muro, presentan obras que se ubican en el Palacio de los Serrano abandonando la bidimensión real del plano vertical, lo que significará una amplificación de las posibilidades de comunicación con el espectador.

Waldo Balart y Julián Gil, artistas de extensas trayectorias, están representados con cuadros concebidos según una sobriedad estructural y formal que no hace concesiones a lo anecdótico. Es característica también de sus pinturas el uso de una paleta viva de colores que son aplicados sobre el soporte, insistiendo en unas tintadas planas en las que la pincelada pasa inadvertida.

Gil presenta unos cuadros caracterizados por la interacción entre los elementos plásticos que los componen, descartando cualquier clase de propuesta de crítica, narración o panfleto. En ellos aparece la formación clásica, la belleza que el entiende como tal y que es la que trata de manejar en todas las obras que realiza.

Para Waldo Balart la pintura es un terreno activo de oposiciones, una forma de expresarse con la que se puede llegar al espectador abriéndole un mundo de sentimientos. Pero no es un camino unidireccional, porque sus sentimientos como autor no coincidirán con los del espectador que ve la obra, ya que es este mismo espectador, el que tiene que buscar lo que siente. Alfonso Sicilia Sobrino ha confesado que profesa una especial atracción por una estética del caos, por eso se aleja de lo que está fraguado y es rígido. Sus cuadros están perfectamente estructurados y mantienen una poderosa presencia, al mismo tiempo todos tienen un punto de tensión que nos conducen a sentir cierto vértigo cuando nos situamos ante unas formas y colores, que puede parecer que se quieren escapar de la superficie.

Este autor, preservando en sus cuadros diferentes etapas de su configuración, trata de poner en consonancia el presente con el pasado; se constituyen de este modo como una narración del proceso, la última capa habla del presente y todo lo anterior es pasado, pero el pasado, como pasa en la vida no pierde la cualidad de ser condición del presente.

Anto Rabzas en sus dibujos parece preludiar un impulso de ocupación más allá del muro en el que cuelgan sus obras. Las tentadoras nubes de este autor anuncian, si bien con levedad, un mundo objetual que está transitando hacia las tres dimensiones, teniendo en cuenta además que sus procesos de transformación del material mediante pliegues del papel se acercan a las acciones de trabajo propias de un escultor, no sería de extrañar que con el tiempo veamos una materialización más evidente, más corpórea de estas visiones ejecutadas en papel.

Guillermo Lledó y Jorge Varas acostumbran a desenvolverse en el espacio tridimensional con claridad. Lledó está representado por unas estructuras dotadas de un intencionado carácter industrial que nos llevan a pensar en los minimalistas más radicales y austeros como Donald Judd o en algunas propuestas de Robert Morris. La serie de maderas que presenta, están realizadas con tablones de los que se utilizan en las obras, ordenados longitudinalmente, cubriendo un plano extenso con colores característicos de la industria, como si fuera un cuadro.

Estas piezas se asemejan a un pallet o especie de tarima, aunque la sutilidad con que son tratados les hace algo menos toscos que los que podemos ver por ahí. Varas, como escribió en un catálogo dedicado a estos temas Enrique Juncosa, en sus esculturas "sus resultados son siempre de tipo poético, subrayados por la calidez de sus materiales, y a pesar de los rigores geométricos en los que mantiene su trabajo, tienden a lo mítico y lo simbólico". Realiza sus construcciones entendiendo que cualquier realidad física o representación es geométrica, independientemente de que su composición formal sea más o menos compleja, del mismo modo que una imagen de la considerada realidad dependiendo de cómo la miremos se puede convertir en abstracción. Según su parecer, su definición dependerá del enfoque que proyecte sobre las cosas nuestra mirada.

En esta exposición se da importancia a el espacio, a la materia, a el tiempo y a el color como elementos conceptuales configuradores de las obras presentadas. Si Georges Vantorgeloo consideraba sus obras como estudios experimentales que llevarían a descubrir una nueva imagen de la realidad, estos autores se proponen un objetivo similar tomando como referencia los formatos con los que trabajan, argumentando la participación de sus obras en un espacio que siempre es mayor que las dimensiones medibles que definen estas como objetos o estructuras.

Manteniendo la idea de armonización o de canto coral a varias voces referida por Antonio Rabazas en un texto publicado para una exposición anterior, se trata ahora de componer un discurso plástico y visual pensando en los campos de fuerzas que generan cada una de las obras. Se pretende que la objetualidad y materialidad de estos trabajos propongan y precisen al espectador un tipo determinado de relación con el mundo, rebasando además imaginativamente su realidad más prosaica.

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