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Un escenario económico complicado alumbró hace 40 años la Comunidad de Castilla y León, una tierra que en 1983 sufría también el alza de los precios, que llevó a la inflación a marcar un 11,4 por ciento, mientras el paro juvenil, en un territorio menos envejecido, rozaba el 30 por ciento. Aquella sociedad que estrenó la autonomía era muy diferente a la actual, pues trabajaban muchas menos mujeres, el campo era un sector dominante y el coche, reservado para unos pocos, circulaba por un territorio sin apenas autovías.
El inicio de la década de los 80, en plena transición, marcó la génesis de Castilla y León, una autonomía en la que el 23 de abril de 1983 se convirtió en una fiesta multitudinaria con más de 10.000 personas en Villalar de los Comuneros a pesar del frío y la lluvia y con sus primeras elecciones autonómicas en ciernes. En cambio, 40 años después el sol acompañará al cumpleaños de una comunidad que mira de reojo a las urnas, pero en este caso a las de las municipales del 28 de mayo.
La inflación desbocada era también el quebradero de cabeza de las autoridades y familias de la Castilla y León de 1983, un año en el que los precios crecieron en tasa interanual un 11,4 por ciento, muy por debajo del 6,5 por ciento de diciembre de 2022, según los datos recopilados por el servicio de estadística de la Junta. Entonces, la peseta era la moneda que tenían en sus bolsillos los ciudadanos cuando hacían la compra o repostaban, mientras ahora lo hacen en euros, si bien las dificultades para llegar a final de mes eran semejantes, pues el salario mínimo no llegaba a los 200 euros.
Si los precios eran altos, con subidas continuas, las cosas no iban mejor en el mercado laboral. Al cierre de 1983, Castilla y León tenía más de 130.200 parados y una tasa de desempleo del 13,78 por ciento, lo que contrasta con los 98.300 de finales de 2022 y el 8,83 con el que la Comunidad se acercó a una de sus mejores cifras de su historia, por ahora el 6,94 por ciento de finales de 2007, registrado gracias a la burbuja inmobiliaria y el 'boom' de la construcción de viviendas.
Cuando emergió en el estado autonómico, la Comunidad contaba con 944.700 activos y 814.500 ocupados, por lo que su tasa de actividad era del 47,4 por ciento. Tras cuatro décadas, y a pesar del impacto de varias crisis económicas, ha logrado recuperar el millón de ocupados, una barrera que había alcanzado entre 2005 y 2011, pero que perdió y no volvió a acariciar hasta 2019. El COVID rompió la tendencia ascendente, si bien el empuje de 2022 volvió a situar a Castilla y León en esta meta.
40 años atrás el trabajo seguía siendo cosa de hombres en gran medida. De los 814.500 ocupados, solo 219.100 eran mujeres, una cifra que se ha duplicado hasta los 469.100 actuales. Esto ha hecho que su tasa de actividad se haya multiplicado casi por dos, pasando del 26,8 al 50,4 por ciento. Entonces, la Comunidad tenía 53.100 mujeres apuntadas a las listas del desempleo, casi la misma cifra que en la actualidad, cuando son algo más de 52.000, sin embargo la tasa de paro se ha recortado del 19,5 al diez por ciento.
Los jóvenes, por el contrario, eran tres veces más que ahora en el mercado de trabajo de Castilla y León. Hace cuatro décadas, estaban ocupados 113.000 menores de 25 años y otros 67.900 buscaban empleo, lo que arrojaba una tasa de desempleo del 28,99 por ciento. Ahora, en la Comunidad buscan empleo 12.200 y están ocupados 44.100, por lo que la tasa de paro juvenil es del 21,6 por ciento. Eso sí, la tasa de actividad, ha caído del 46,39 por ciento de 1983 a menos del 30 por ciento.
El campo de aquella Castilla y León, con más de 2,59 millones de habitantes, era uno de los sectores más pujantes, con 248.000 ocupados, si bien en estas cuatro décadas ha visto como perdía protagonismo de forma constante, hasta quedar por debajo de los 64.000 en 2022. Esta reducción del 74,23 por ciento ha ido pareja con la despoblación de una tierra que hace 40 años tenía una densidad de población de 27 habitantes por kilómetro cuadrado, lo que le confería la cuarta posición en el país.
Además, el sector servicios ha duplicado su tamaño, pasando de dar trabajo a 345.900 castellanos y leoneses a emplear ahora a 725.400. La industria, por contra, se mantiene mucho más estable con el paso del tiempo. Estos 40 años no han trastocado su peso, puesto que sigue ocupando a casi 160.000 personas. Algo similar ocurre con la construcción, puesto que en 1983 daba empleo a 69.000 personas, frente a las 66,6 de la actualidad, una cifra muy alejada del máximo de 139.600 de 2006.
Aunque la automoción siempre ha estado presente en la estructura económica de la autonomía, no ha ocurrido lo mismo con los vehículos, que en conjunto se han triplicado en estos 40 años de comunidad. Cuando arrancó el proyecto autonómico se contabilizaban 495.002 turismos, es decir, había uno por cada cinco habitantes, mientras ahora en conjunto se superan los 1,3 millones. También las motocicletas ha pasado de 60.300 a algo más de 148.000; los tractores de han multiplicado por ocho, de 2.800 a 16.800, y los camiones y furgonetas se han duplicado.
Este parque de vehículos, por contra, circula por una extensa red viaria de alta capacidad, formada por más de 2.200 kilómetros, frente a los 41 que se contabilizaban en 1985. En paralelo, el índice de peligrosidad ha pasado del 50 al 15 y el de mortalidad del 4,5 al 0,9.
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