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Nuevo impropio espectáculo en las Cortes autonómicas

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R.C.G.T
R.C.G.T
Lectura estimada: 2 min.

Otra semana de confrontación política marcada por los enfrentamientos verbales en las Cortes de Castilla y León demuestra que la presencia de VOX en el Gobierno regional nos seguirá ofreciendo episodios impropios de un debate parlamentario ordenado.

Lejos de rectificar actitudes recientes, el partido de Santiago Abascal liderado en la Comunidad por el vicepresidente García Gallardo, está dilapidando con sus inadecuados comportamientos el crédito que había acumulado en forma de votos hasta el punto de convertirle en la llave de gobernabilidad que necesitaba el triunfo del Partido Popular para hacer presidente a Fernández Mañueco.

García Gallardo se despachó en el Pleno de las Cortes calificando al Partido Socialista de "banda criminal". Su consejero Mariano Veganzones soltó que "en esta Comunidad no faltan trabajadores sino ganas de trabajar". A partir de ahí, el menú de siempre. Tormenta de reacciones, intentos de rectificaciones y palabras medidas para justificar lo injustificable teniendo en cuenta que estamos hablando de unos socios de Gobierno.

El galimatías no es tanto de Mañueco como de VOX. Al presidente le basta con sortear estos improperios tirando de manual. En realidad, el PP está consolidando su posición en Castilla y León gracias a la colección de perlas ofrecidas desde las filas verdes. VOX no es lo que era tras el desencanto de Andalucía y las guerras cainitas que sacaron del partido a Macarena Olona primero y a Ortega Smith de su área de responsabilidad después. VOX naufraga en Castilla y León porque no sabe gobernar, pero tampoco sabe estar de compañero de Gobierno. Y esto se traduce en un rédito que está recogiendo el PP, en silencio, desde su sufrimiento de aguantar en una situación que no deseaba, pero consciente de que vuelve a recuperar muchos de esos votos fugados por el desencanto que ahora regresan al comprobar aquello de lo, en sentido figurado, "mejor lo malo conocido".

La incógnita es saber si la coalición aguantará o la situación se convertirá en tan irreversible que no quedará más remedio que un nuevo adelanto electoral. Este escenario no favorece en nada a VOX, pero antes están las elecciones municipales donde las futuras alianzas con el PP pueden recuperar alcaldías que ahora están en manos socialistas. De los resultados de mayo dependerá en buena medida el futuro de un Gobierno autonómico al que todavía le esperan, por desgracia, muchos exabruptos más propios de una taberna que de un parlamento regional.

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