Sátiro tocando la flauta (La infancia de Júpiter)

Blog de Eduardo Blázquez

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Sátiro tocando la flauta (La infancia de Júpiter)
Tribuna
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Sátiro tocando la flauta(la Infancia de Júpiter), óleo de Jacop Jordaens que ilumina los muros del Museo de Bellas Artes de Bilbao, está fechado en 1639. El sátiro saturniano desafía al espectador para seducirle desde la atmósfera bucólica.

La Arcadia desordenada contrasta con la armonía ordenada del jardín cartesiano velado, la escenografía vibra desde postulados matéricos y atmosféricos de la escuela veneciana, ideales esenciales para abordar la magistral obra deudora de la técnica de Rubens.

Ante el desnudo melancólico, la atmósfera crepúscular impregna de unidad emocional el fondo paisajístico con el primer plano, para dar sentido al lema de L.B. Alberti, las relaciones se invierten desde el pensamiento renacentista.

Las pinceladas y las veladuras vibran con la música del arte véneto, la gran diagonal de la flauta divide en dos partes el lienzo, la dramática diagonal prolongada se refuerza con el monte del fondo, concatenando el primer plano con el paisaje apasionado por la música dionisíaca.

Los contrastes lumíncos intensifican las emociones de la obra maestra, sabiamente pintada con el ímpetu del artista que, además de identicarse con el sátiro, se funde con la naturaleza en el instante del crupúsculo.

La obra que se visualiza es un fragmento, no aparecen dos niños y una ninfa dormida que, ubicados en los pies del sátiro, reforzaban la historia del lienzo; la fabula trata de la Infancia de Júpiter, las ninfas le arroparon y criaron con la leche de la cabra Aix, en el monte Ida; el parto de Rea fue en la gruta Ideon Antron.

Las nubes ascienden de derecha a izquierda, bailan con las hojas de los árboles para dar forma al cortejo de Diónysos; su cara deforme  y sus orejas puntiagudas facilitan la comunión con el paraje abismal.

El sátiro, divinidad secundaria de la vegetación, irrumpe en el teatro del lenguaje visual para poder adentramos en la ceremonia de la transformación.

Las pinceladas guardan los sonidos, entre la movilidad rítmica, crean un ambiente con connotaciones mágicas. Las sedimentaciones simbólicas se alimentan de la estructura compositiva, desde el carácter instintivo, la belleza primitiva del sátiro celeste recupera la iconografía de la danza para ampliar el aura de misterio de la gruta invisible.

Entre salientes y entrantes, se determina la alternancia plástica de las pinceladas desde la unidad orgánica. Una vez se clarifica la visión,  penetramos y entramos en la escena satítica, espacio rústico inundado de sátiros sensibles, desde lo irreguular, bajo el goteo de la gruta, la mirada del sátiro quimérico nos recoge para ritual.

¿Cómo seduce un melancólico salvaje?

¿El sátiro nos regenera?

¡Entrecruzamiento para protegernos, para ser libres!

¡Héroe músico que grita desde la boca de las cavernas, un grito invernal!

Entro en el lienzo del sátido con mi compañero mítico, con Errikarta, asimilo a los dioses del tránsito con gran facilidad.

Con la flauta se teje la feminización de la primitivo, la iconografía del folklore, prototipo romántico en Erri, se desvela el refugio defensivo en el regazo del Sátiro, sin ataduras, apela al deseo de eternidad, ahora, purificados, nos pintamos con las flores de las bacantes.

¡Eros Nocturno que abandona el Eros neoplatónico!

¡Tiunfo del deseo carnal-musical, lumínica sensualidad desde reconciliación de sexos!

Sátiro engalanado por un entorno vegetal en el que sobresale como un semidiós ultramundano, piel y sexo al rojo vivo, viejo seductor que recorre el paraíso, flauta en mano buscando sensaciones prohibidas.

Sentado en lo alto de una piedra coge su vieja flauta y llevándosela a la boca hace sonar una decadente música que hace a las almas herrantes acercarse, almas a la deriva necesitadas de amor de afecto, presas del viejo sátiro, ya no hay nada más que hacer?

Sexo y lujuria vestidas de pasión desbordada, saliva sobre mi piel, viejo truan que me lleva a paisajes inimaginables donde me dejaré a los instintos, solo a la piel. ¿Cómo no entregarme?

Cubierto de una capa vegetal de flores y hojas nos entregamos al delirio. ¡Solo hazme tuyo! !Flauta mágica que me atrae hacia tí, ya no tengo salida! De rodillas me entrego al placer, flauta delirante no dejes de sonar, ven y tómame una y otra vez, solos tu y yo, alma herrante ganada, no me sueltes nunca más. (Errikarta, texto del libro Éxtasis en Flor).

1 comentario

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liuba gonzález cid 9/4/2022 - 1:37:49 AM
Eduardo Blázquez, como celoso guardián de las teorías de Warburg y Panofski, nos conduce en este viaje lunar por el paganismo del Renacimiento. Muy gratificante descubrir las claves ocultas de la iconografía en este cuadro que suena a escalas disonantes, imprecisas, atonales. Blázquez nos muestra la huella del tiempo; uno de los muchos caminos del arte en su dimensión paradigmática y ensoñadora.
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