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Iconografías de Lugar. La Torre-Vergel de Dánae

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Iconografías de Lugar. La Torre-Vergel de Dánae
Tribuna
Lectura estimada: 3 min.
Última actualización: 

EDUARDO BLÁZQUEZ

El interior metafísico de Dánae genera un reservador de bellezas doradas.

El espacio metafísico consuela y, al abrir la mente, la lluvia dorada nos hace pensar en las estancias verticales de la habitación singular con vistas;  a la manera de un museo, una cámara reservada, bañada por lo solar, transforma el recinto sagrado en una atalaya del desamor.

Ante el eclipse interior del aposento, se crea una habitación de pensamientos alimentados por el poder onírico de los objetos, ejes del sobrevuelo ovidiano.

En la estancia, el aposento dentro de la morada, como el cuadro dentro del cuadro, se alza a lo celeste desde el ventanal vertical; al abrirnos desde la ventana-lienzo, incluimos a los animales de vigilancia para evitar la dominación de los poderosos. Se crea el mirador de la lealtad, para vigilar las trayectorias sombrías en la torre de cristal.

En el interior metafísico, se presenta la belleza de la fragilidad.

Desde la consideración de los animales, generadores de anhelos, evitamos la violencia imperante, nos recreamos con el arte y nos cicatrizamos con la belleza del interior dorado.

Pensemos en estrategias. Tengamos una gata o un perro en el castillo interior con mirador; replegado al girasol estrellado, se mostrará el cipres del más allá.

 

En la batalla del desamor se poliniza, de la mano de los animales, superamos la guerra con uno mismo.

¡Belleza de la contemplación del interior metafísico!

Al observar los interiores metafísicos de Giorgio de Chirico, desciframos, entre escuadras y reglas, el diseño espiritual de un ingeniero de jardines en flor que, con abundante agua, nos recuerdan la necesidad de curarnos con el arte, sanarnos en profundidad requiere la nostalgía arcádica de la torre-vergel de Dánea, recinto iluminado por el ciprés de Hades/Plutón.

¡Escuchemos la obra de Giorgio de Chirico, para adentrarnos en la voz remota de nuestro interior!

En el espacio interior, descubrimos nuestros enigmas para explicarnos el telar de la soledad incompleta, soledad non-finita tejida por Penélope y Miguel Ángel, por Palas Atenea y Giacometti.

El sentido de la intimidad de lo reservado, amplía la valoración de los ideales metafísicos de la habitación-refugio iluminada por Cipariso.

En el recinto metafísico se decubre la amplitud de la melancolía. El único camino para llegar-abordar el ENIGMA es la Melancolía.

 

AMEMOS EL ENIGMA desde la ambivalencia-ambigüa de Orfeo que, inundado por las lágrimas del pintor/poeta metafísico, reviste la torre de rosas recamadas de nácar y de perlas de laurel.

¡Pásame el peine nacarado, Begoña!

 

Los objetos  arropan el borde del mar de nubes.

¡Musas de los aposentos de la pintura metafísica, pintad las nubes doradas!

Musas que beben del Romanticismo para abordar las teorías de Giacomo Leopardi, ideales de infinitud que se postulan en lo ilimitado para llegar a la cima de las avenidas infinitas de los jardines barrocos.

¡Infinito silencio! ¡Aguas de inmensidad dentro del Carro-Solar!

 

Al llegar a la torre de G. de Chirico, los naúfragos advirten el valor de  sus enigmas, misterios que nos alertan de la llegada de la barca-cofre de Dánae.

¡Luto eterno!

 

Buscamos el refugio en la torre del castillo fortificado, en el torreón, desde el balcón, llegan las fragancias babilónicas para ornar la escalera del ciprés; la espaldera de rosas blancas lunares, arropa el ciprés aéreo de Jacinto/Apolo.

Ante el foso de pétalos, las aguas advierten de la llegada de los tritones y  pavos reales, se canalizan las energías celestes del paraiso de la película Metrópolis de F.Lang.

 

EL APOSENTO DE DÁNAE se encuentra en la Torre de Cobre, desde la expresión espiritual y sexual, la habitación de Dánae tiene una gran función engendradora.

La torre engendradora va unida a la alegoría de la Castidad.

Dánea, celeste y liberada en un paisaje, fecundada por Júpiter, se une a santa Bárbara para vivificar la lectura femenina de la torre dorada, útero mágico perpetuado en el torreón con balcón, espejo del sexo femenino con alma romántica.

La Torre de Cobre de Edward Colery Byrne-Jones potencia la verticalidad de la mirada para, entre selva y desierto, invocar la canción de la vida soñada por Calderón para llegar a la mutabilidad desde el eclipse.

1 comentario

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liuba gonzález cid 7/30/2022 - 7:23:14 AM
Eclipse y elipse en Calderón. Historia y tiempo encumbrada por Santa Teresa y su Castillo Interior como la pintó Lope en “Herida vais del Serafín, Teresa”. Entre ruinas y cárceles de luz tus palabras son un remanso de sabiduría. Lo sabe Piranesi.
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