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Tediosa corrida de toros en Ávila salvada por el genio de Diego Ventura

Diego Ventura, Roca Rey y Pablo Aguado se dieron cita en la capital

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Tediosa corrida de toros en Ávila salvada por el genio de Diego Ventura
Corrida de este sábado en Ávila. Foto: José Fermín Rodríguez
Tribuna
Lectura estimada: 4 min.
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Jesús López Garañeda

Y a punto estuvo de prepararla el rejoneador tras su lidia al cuarto de la tarde un «raboso» bravo y encastado, cinqueño de 500 Kilos de peso de la ganadería Herederos de Sánchez y Sánchez cuando su cuadrilla y parte del público exigían se le diera el rabo por su faena, dirigiéndose de malas formas al palco presidencial,  y a punto de originarse un conflicto de tente y no te menees por la negativa a concederlo.

Y además creo que con buen criterio, pues Ventura aunque estuvo muy bien, tuvo que pasar dos veces en falso y sin clavar las banderillas a dos manos hasta que cambió de terrenos al bravo murube. Sus alardes y quiebros espectaculares enardecieron a la multitud del tendido quien, al conseguir matar de un rejón arriba y colocado, empezaron a tremolar pañuelos pidiendo el premio para el centauro.

Dos pañuelos asomaron en el palco presidido por Bejarano, pero la tardanza de las mulillas del arrastre, fea y tendenciosa costumbre vista en varios lugares, y el guirigay en aumento solicitando la concesión del rabo, los silbidos y voces tapándose con la esclavina del capote por parte de la cuadrilla a ver si sonaba la flauta del premio, calentaron el ambiente contra el presidente. No me parece ni objetiva ni subjetivamente que Ventura genere esos alardes de peticiones de premio para sus faenas que a caballo, nadie lo discute, son muy entregadas y brillantes pero no perfectas sino que tienen algún fallo. Y si ya en Arévalo ordenó al subalterno cortar el rabo del toro en una actuación rechazable, hoy en una plaza de segunda como la de Ávila, con mayor griterío, ni se le ocurrió realizarlo. Eso sí, dio dos vueltas al ruedo.

Otra evidencia más fue el grito, la monumental bronca y los aspavientos afeando a su subalterno que intentaba sacar al toro a los medios, porque en un capotazo, mientras el rejoneador cambiaba de montura, produjo que el animal hincara los pitones en el albero y se diera un volteretón que lo pudo desgraciar. Esos modos deben ser eliminados en una actuación pública ya sea el primero o el último de los rejoneadores del escalafón. Está bien que la sangre hierva durante la lidia pero también deben ser controladas esas acciones que van en detrimento y desmerecen abusivamente el trabajo de un auxiliador.

Con el primero de la tarde al que Ventura castigó con dos rejones y templó por ambos costados, encelando al de Sánchez y Sánchez, pero pinchó en su primer rejón de muerte antes de lograr el rejón siguiente que mandó al desolladero al ejemplar. Una oreja, más silbada que pedida por el público, cayó en el esportón de Diego Ventura.

Es muy posible que Bejarano, el Presidente de esta tarde, cuando le llegó la monumental bronca tras el cuarto se dijera «con lo generoso que me mostré en el primero dando una oreja, mira cómo me lo pagan ahora».

En la lidia ordinaria a pie se han corrido cuatro ejemplares de Torrealta, bravos y nobles pero con las fuerzas justas. Flojo el primero de nombre «ciclón» un toro jabonero de 495 Kg. en la romana que empujó con riñones en el caballo, moviéndose en banderillas con un par aplaudido del subalterno Javier Ambel. Tras el brindis al público, Roca Rey estuvo solvente con ambas manos, aguantando al Torrealta sin bajarle en exceso la mano por la flojera del animal. Despidió su faena con un circular con la izquierda y en un palmo de terreno exprimió al noble toro como un limón. Tras cuadrarle, le propinó una media estocada en el sitio. Mal el puntillero al levantar al toro con lo que sonó un aviso para el diestro peruano. No obstante, una oreja fue premio excesivo a su labor.

Ante el quinto un salinero de nombre «gabardina» de 500 Kg hizo Roca Rey un quite por chicuelinas. El toro noblote pero justo de fuerzas propició el arrimón de Roca cn poca sustancia y cite de rodillas. Estocada y otra oreja de premio.

Esa pausa en la que debe adecentarse la plaza rastrillando el albero, regándole y pintando las líneas por antigeómetras más dibujantes de «eses» que de «O» afloró la risa que se extendió por el tendido viendo las idas y venidas de los dibujantes de líneas astutas (porque cada una iba por su lado). En fin, un cachondeo. Esto me da pie a insistir que en las corridas mixtas el rejoneador debería actuar en último lugar para evitar que se destroce el piso con las cabalgadas del jinete que van siempre en perjuicio de los matadores de a pie.

Y Pablo Aguado que se enfrentó a un castaño cinqueño de nombre «inteligente» muy bien presentado que también se dio una voltereta que lo mermó. Aseada faena de Aguado ante la nobleza sin fuerza del toro. Pinchó dos veces y descabelló recibiendo un aviso y el silencio del respetable. En el que cerraba plaza Pablo estuvo más entonado en su faena, sin embargo con el estoque aquello fue un quinario para el joven diestro sevillano que estuvo en pinchauvas toda la tarde, pintándosele en su cara la decepción por el fallo a espadas.

Al final del festejo, salieron a hombros Ventura y Roca Rey por una puerta grande que no sirve demasiado para el recuerdo.

FICHA DE LA CORRIDA

Plaza de toros de ÁVILA. Media plaza. Sol de justicia y temperatura de castigo. Sonó tras el paseíllo el Himno Nacional de España. Actuó de sobresaliente Curro Ramírez

2 toros de Herederos de Sánchez y Sánchez, bravos mejor el cuarto que el primero para Diego Ventura, oreja y dos orejas.

4 de Torrealta, bien presentados, nobles, con fuerza justa, para Roca Rey, oreja tras aviso y oreja y Pablo Aguado, silencio tras aviso y aplausos.

FOTOGRAFÍAS: José Fermín Rodríguez

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