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Corren tiempos difíciles para Ucrania por la guerra invasiva de su vecina Rusia que ha provocado numerosos desplazados que huyen de la barbarie. Ello ha propiciado un gran movimiento de solidaridad en España y en el mundo, al que se sumaron en Ávila la capital y provincia.
En este contexto, aparte de la acogida y atención de necesidades básicas de los desplazados que han podido brindarse, nos acercarnos a las bellas artes de Ucrania como forma de reivindicar sus rasgos de identidad frente a acciones de invasión y conquista, a la vez que compartimos aquellos aspectos culturales que nos son más familiares.
Ahora, el pintor abulense Juan Antonio Piedrahíta nos invita a una exposición virtual de la obra artística del pintor ucraniano Iliá Yefímovich Repin (Chugúyev, Járkov, 1844 ? Finlandia, 1930), en el auditorio de San Francisco de la capital (martes, 28 jun. 20:30h.).
Se trata de un diálogo intercultural a través de reflejos pictóricos plasmados con un asombroso realismo lleno de luz, plasticidad, color, dramatismo, historia, tradiciones y psicología humana.
Y todo, formando ilustrativas composiciones y atractivas escenas de tipos, personajes, desagravios, ceremonias y costumbres que son historia de unos pueblos que hoy están en guerra "fratricida".
En la misma línea de comunión y confraternización por la cultura, el pasado jueves 23 junio, la literatura y el teatro de Molière protagonizaron la función D?Après Molière que tuvo lugar en el Lienzo Norte, en un espectáculo a beneficio también de los desplazados por la guerra de Ucrania.
No en vano, el escritor y dramaturgo Mijail Bulgákov, natural de la capital ucraniana de Kiev cuando era parte del imperio ruso, y referente de su identidad cultural, es el autor de Vida del señor Molière (1936), una novela que "destila amor por el teatro, por Molière y por la libertad", habiendo escrito también una adaptación libre del Quijote de Cervantes (1938).
Igualmente, la literatura rusa, y más concretamente la ucraniana, llegó a España de forma especial a través de Emilia Pardo Bazán (La revolución y la novela en Rusia, 1887), donde la autora presta singular atención al escritor nacido en Ucrania Nikolai Gógol. Pardo Bazán, frecuente viajera por Ávila y "teresianista" convencida, escribió:
«'Almas muertas' [N. Gógol, 1842] es el libro más humano y profundo escrito nunca en Rusia», a la vez que se pregunta «si se puede imaginar un cuadro lleno de ironía más amarga y lo compara con la situación que lleva a maltratos de los pobres muertos incluso más allá del margen solemne de la muerte, seguramente el único que hubiera podido liberarles, el cuadro que está profanando los restos y que incluso se beneficia de ellos», escribió Gainné Karzsián (Hermeeneus, 4/2002).
Más aún, la recomendación del poema épico de Gógol, considerado el Quijote ruso, la encontramos en VIII Ciclo de conferencias "El donoso escrutinio" de la Biblioteca de Ávila que expuso Pedro Antonio Sánchez Encinas en 2021. Por su parte, Iliá Repin también se ocupa de la muerte, un sentimiento que a Gógol le obsesionaba y le aterrorizaba. Así, compone la tragedia y el crimen de Iván el Terrible y su hijo (1885) que refleja la muerte del hijo por el padre.
Y atraído por la obra de su compatriota, Repin recrea el momento en que el escritor, aquejado de trastornos neuróticos, quema el manuscrito de la segunda parte del libro que nunca llegó a publicar, titulando el cuadro: Gógol quemando el manuscrito de la segunda parte de «Las Almas Muertas» (1909).
Actualmente, la obra y la memoria de Iliá Repin está repartida entre Ucrania (Museo Arte y Memoria Iliá Repine) y Rusia (Museo Estatal Ruso, el Hermitage, la Casa Museo Repin y la Galería Estatal Tretiakov). Y es que la ciudad de Chugúyev donde nació pertenecía entonces al imperio ruso (1721-1917) y luego a la Uníón Soviética (1921-1991), hasta la independencia de Ucrania en 1991.
Para todos, Iliá Repin es un "héroe" nacional, tanto que para los soviéticos es el mejor exponente del realismo socialista en el que debían mirarse todos los artistas.
Sobre ello debe tenerse en cuenta la histórica colonización cultural que Rusia ha ejercido sobre Ucrania, país que merece el reconocimiento de su propia identidad y de la de sus creadores, siendo entonces cuando a partir de su independencia ha renacido un movimiento reivindicativo de la figura de los grandes artistas ucranianos, lo que no será fácil, pues sus vecinos rusos no están dispuestos a renunciar a dicho bagaje.
La obra de Repin en la programación expositiva rusa siempre ha tenido un gran éxito, medido por las colas de visitantes que se forman, igual que ocurrió con la pintura de Frida Kahlo y Diego Rivera (Sala Manezh, 2018), pintor éste también retratista de Ávila en 1908.
A ello añadimos que la pintura española presente en Rusia lo estuvo en obras de los artistas que pasaron por Ávila, como Sorolla, Regoyos y Zuloaga, las cuales se mostraron en el Museo del Impresionismo de Moscú en 2019.
Más aún, en el Hermitage de San Petersburgo Ávila comparte espacio con elocuentes obras de Repin, el pintor del realismo social ruso más importante de su tiempo. Y lo hace con la obra de Ignacio Zuloaga que allí se exhibe titulada "El Enano Gregorio el botero" (1907), donde la panorámica de la ciudad desde los Cuatro Postes sirve de telón de fondo del singular personaje segoviano.
En estos momentos, recordamos que junto a Juan Antonio Pierahíta, nuestro guía por la pintura de Iliá Repin, ya intervinimos en la exposición que hizo bajo el nombre de "Ávila nevada" (Episcopio, 2015), donde, a modo de alegoría, decíamos:
«Ávila es la ciudad que nos traslada por un instante a la estepa rusa que recrea el premio nobel de literatura Boris Pasternak: Cae y cae la nieve. No parecen/ copos, sino que sobre los remiendos/ de una capa a la tierra descendiese/ lentamente la cúpula del cielo».
Y se da la circunstancia de que Pasternak había nacido en el seno de una familia de origen ucraniano, origen también de los padres del poeta Mayakosvki, y país que en Járkov levantó un monumento a la memoria del premio nobel. Además, por él sabemos del poeta Rainer María Rilke, al que equipara con Pushkin o Esquilo, y a quien escribe en 1926:
«A Vd. le debo el rasgo fundamental de mi carácter, la estructura de mi existencia espiritual». Y Rilke también nos trae al metáfora de la nieve que gusta a J.A. Piedrahíta:
«[María] tú misma has percibido este/ dolor de doncella en el alma;/ tiene un tacto como de nieve/ navideña pero está ardiendo».
Ardor de Rielke, decíamos sobre la exposición «Ávila nevada», que nos recuerda a Ávila como ciudad de mirada limpia y crujiente, que se nos aparece, igual que al caminante Antonio Gamoneda:
«La nieve cruje como pan caliente/ y la luz es limpia/ como la mirada de algunos seres humanos,/ y yo pienso en el pan y en las miradas/ mientras camino sobre la nieve».
Ahora, la nieve también llega metafóricamente a Ávila en la obra de Iliá Repin en sugerentes cuadros de paisajes nevados y en las ilustraciones de la novela en verso de Pushkin, «Eugenio Oneguin». El manto blanco de la nieve es uno de los atractivos turísticos de Ucrania más llamativo, igual que la estampa de nuestra ciudad amurallada.
En esta ocasión, ante el público abulense y las gentes de Ucrania que viven en Ávila y las que están en acogida, para quienes se contará con traducción simultánea, Juan Antonio Pierahíta nos descubrirá la pintura de Iliá Repin y nos enseñará a mirar su obra en un ejercicio práctico como el que nos explicó mirando el cuadro de Sorolla Aún dicen que el pescado es caro (Observatorio Activo Ávila 1131, 2020), estampa ésta que guarda relación temática con las escenas de carácter social de Repin.
Por su obra, sabemos que Iliá Repin fue un cronista gráfico de una época, un reputado y psicológico retratista, un referente estético y un crítico social. Su pintura abarca una amplia gama de estilos de variada temática que van del realismo con alma a cierto acercamiento al impresionismo, tal y como se observa en sus retratos, tanto de pobres y ricos, como de aldeanos y nobles, en escenas de género, en cuadros religiosos, en pinturas de historia y en composiciones costumbristas y folclóricas.
Su pintura es entonces un fiel reflejo del país en el que vivió en el que confluyen imágenes del vivir y la historia del Imperio ruso y de la Unión Soviética, sin olvidar también que son patrimonio de la emergente nación ucraniana.
Antes del evento que nos ocupa, Iliá Repin enseñó parte de su obra desfilando por Salamanca (2014) y por el Museo ruso de Málaga (desde 2016), devolviendo esa visita que el pintor ucraniano hizo en 1883 al Museo del Prado, donde estuvo días enteros copiando a Velázquez, y año en el que también visitó Toledo, la ciudad de extensión vital de la gloria de nuestro Don Ramiro de Larreta, Sevilla y la localidad malagueña de Ronda.
Por nuestra parte, y a modo ilustrativo, encontramos algunos puntos de encuentro temático y estilístico entre la pintura de Iliá Repin y la que cultivaron los pintores que también retrataron Ávila. Así, en su cuadro "Los sirgadores del Volga"
(1870-173) observamos cierto paralelismo con la pintura de López Mezquita "Cuerda de presos" (1901).
"Tolstoi arando en el campo" (1897) es otro cuadro cuya figura del escritor labrando la tierra nos trae a la memoria el retrato que hizo Eduardo Chicharro del "Tío Carromato" (1911), quien fue alcalde de Gemuño y posa con capa castellana junto a un arado. Igualmente, los tipos populares, y las recreaciones religiosas y festivas de Repin son también, salvando las distancias, temas tratados en la pintura abulense de Sorolla, Zuloaga, López Mezquita, Regoyos, Solana, Chicharro, Caprotti etc. de donde surgen peculiares lazos de paisanaje.
Y a propósito del realismo social de Iliá Repin, anotamos que en España Vicente Cutanda fue uno de los mayores exponentes de esa corriente, siendo buena muestra de ello el cuadro La huelga de obreros en Vizcaya (1892), pintura que hizo años después de haber retratado "Un mercado en Ávila" (1882) y "Éxtasis de Santa Teresa" (1887).
Finalmente, como colofón, no podíamos dejar pasar por alto la herencia cultural de Teresa de Jesús, la Santa de Ávila, en la ciudad ucraniana de Lviv (Leópolis), la cual se encuentra en las imágenes de su figura y de San Juan de la Cruz que aparecen en los frescos del siglo XVIII que llenan la Iglesia de San Miguel, antiguo convento masculino de la Orden de los Carmelitas Descalzos, y en la fachada de iglesia de la Presentación del Señor donde hubo un convento femenino (Fernando Martí-Loeches en el VIII Congreso de Hispanistas de Ucrania, Odesa, 2017).
Teresa de Jesús viajó de nuevo a Ucrania el 7 de diciembre de 2015, cuando la Exposición ?Huellas de Teresa? celebrada en Ávila y Alba de Tormes (STJ 500 - V Centenario Santa Teresa de Jesús) se abrió en Lviv (Leópolis) y en Kiev con el título «Sigue las Huellas de Teresa», donde se hizo un recorrido visual por las 17 ciudades y villas teresianas: Ávila, Medina del Campo,
Malagón, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca, Alba de Tormes, Segovia, Beas de Segura, Sevilla, Caravaca de la Cruz, Villanueva de la Jara, Palencia, Soria, Granada y Burgos.
Y así, en el acto de inauguración de la exposición se proyectó un vídeo promocional de Ávila y de las demás ciudades teresianas de España, presentándose la ruta y la oferta patrimonial, cultural, paisajística y gastronómica que pueden encontrar los viajeros y peregrinos.
Continuó una lectura en español y ucraniano de poemas de Santa Teresa, un recital de un coro de monjas ucranianas y la representación teatral dedicado a la Santa.
Siguieron la celebración de varias jornadas y conferencias sobre la mística y el siglo de oro español, la historia de los carmelitas en Ucrania y la literatura. Hoy la guerra se cierne sobre Lviv (Leópolis) y Kiev con efectos devastadores.
Jesús María Sanchidrián Gallego
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