La cada vez más famosa ‘infoxicación’, o exceso de información que impide al receptor asumir todo el contenido que existe a su alrededor, es el gran enemigo de la educación. Por ello, la oferta de una formación adaptada a cada persona, sus necesidades, exigencias y aspiraciones es elemental. Al igual que en marketing se personalizan contenidos en base a los gustos del consumidor, la universidad online permite poner a disposición del alumno lo que quiere y, quizá aún más importante, cuándo y dónde lo quiere.
El miedo a formarse a distancia se desvanece a cada día. El profesor ha dejado de ser la fuente del conocimiento y se ha bajado de la tarima, para facilitar el aprendizaje de sus estudiantes como un guía y consultor. Y su alumnado quiere ser escuchado y contestado con rapidez y precisión. El escenario se ha transformado. Y la educación digital está ganado la batalla.
Lejos de la idea preconcebida de que estudiar a través de internet sea un proceso frío al no compartir espacio físico con compañeros y docentes, los alumnos repiten constantemente que elegir una universidad online les ha sorprendido gratamente por la cercanía y el contacto directo con unos y otros. La tecnología permite establecer un vínculo que no conoce de horarios o restricciones de ubicación. El estudiante duda y envía sus preguntas en cualquier momento y lugar. El profesor responde en iguales circunstancias. La enseñanza a la carta. El aprendizaje al instante.
En una realidad hiperconectada como la actual, todos los ámbitos de la vida obligan a la mayor flexibilidad posible. Y la inmediatez y la comodidad se presentan como atributos que otorgan un valor añadido imposible de medir económicamente, pero que se antepone incluso a otras ventajas que sí cuestan dinero. Dentro del orden lógico de prioridades del alumno, la educación únicamente se sitúa por debajo de la familia y el trabajo. Si la universidad facilita complementar, compaginar y conciliar estos tres ámbitos, sumando por descontado un aprendizaje de calidad y comprometido con el futuro laboral de los alumnos, es muy complicado para las instituciones académicas presenciales hacer frente al segmento de población que comparte estas características.
No es casualidad que según los últimos datos oficiales 15 de cada 100 universitarios hayan optado por formarse online. La tendencia es alcista. La tecnología lo favorece. Y el futuro, al igual que el presente, es digital.