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De mal gusto

Por Miguel Ángel Fernández

Larga vida a Olivia Palermo


Ayer leía unas cuentas noticias referentes a las elecciones y a la economía que me parecen bastante preocupantes. Últimamente estamos dejando pasar las cosas esenciales del día a día y nos enfocamos en problemáticas más grandes que hacen que pasemos por alto lo que realmente importa.

A mí lo que me preocupa de verdad es que creo que nos estamos olvidando de la influencer con mayúsculas, de la Blair Waldorf de la vida real, de la it girl por antonomasia, de la neoyorkina con más estilo de todos los tiempos. Que no es otra que la maravillosa Olivia Palermo.

No se puede consentir que hayamos llenado las páginas de las revistas de nuevas famosillas sin mucho carácter y con poquito que ofrecerle al mundo del streetstyle y no sigamos ensalzando a la diosa que le dio sentido al término y a las fotos de los outfits inspiradores en la calle.

Hace unos años leíamos en todas las páginas web sobre moda el nombre de Olivia Palermo en un 90% de sus titulares. Y ahora parecen haberla desterrado. La culpa de todo la tenemos los medios de comunicación por jubilar a alguien que todavía tiene que dar mucha guerra.

Las influencers actuales van cuando Olivia ya había vuelto veinte veces. Hay quien creerá que la neoyorkina en la que se basó el personaje de Gossip Girl es muy añeja y ya ha pasado de moda. Pero se equivocan, con creces.

Ella es como el vino, va a mejor con los años. Tiene un estilo inmejorable y muchos, entre los que me incluyo, pagaríamos por tener el don de la sofisticación innato como ella lo posee.

Sabe lucir las tendencias como ninguna otra persona. Dentro de un estilo clásico que podríamos catalogar hasta "de señora",  le da la vuelta a la moda, arriesgándose y ganando puntos siempre que se lo propone. No es una básica, sabe sorprendernos. Y después de tantos años tiene su mérito.

En su día, llegó al estrellato por sus propios méritos. Era una joven de la alta sociedad de Nueva York que consiguió convertirse en la chica de moda, ofreciendo una sensación de inaccesibilidad, que era lo que la gente buscaba en ese, momento.

Un lujo que solo podían tener algunos y que ella conseguía reflejar. Nos hacía soñar a otros cuantos con su esfera social y su poder adquisitivo que le permitían tener una imagen única.

A mí, personalmente, me inspira mucho. Y propongo devolver su figura a la posición que le corresponde en el mundo mediático.