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Orígenes y evolución de los pueblos de Muñosancho y el hoy despoblado Gemendura y su anexo Gemiguel (1008-1800)

Julio Darío Martín Garcia, Catedrático de Historia, Licenciado y Doctor en Pedagogía por la Universidad Complutense de Madrid

Orígenes y evolución de los pueblos de Muñosancho y el hoy despoblado Gemendura y su anexo Gemiguel (1008-1800)
Julio Darío Martín Garcia,
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¿De dónde procede el nombre de Muñosancho? Recurrimos para su clarificación a la Toponimia que es un capítulo  de la Ciencia Lingüística.  Se trata de un nombre compuesto de Muño y Sancho. Sin duda, deriva del nombre de pila de su fundador o fundadores. Analizamos, en primer lugar, 'Muño'. Barrios García, Ángel: "Repoblación de la zona meridional del Duero. Fases de ocupación, procedencia y distribución espacial de los grupos repobladores", apunta a la creencia de que riojanos y navarros repoblaron esta zona. De aquí su origen vasconavarro. Por otra parte, Maldonado Llorente de Guevara, Antonio, "Toponimia Salmantina" llega a la misma conclusión, "es de presunto origen vascón, aunque quizá no se usara solo entre los vascones primitivos". Son varios los topónimos de 'Muño' en la provincia  de Ávila: Muñogrande, Muñotello, Muñopepe, Muñoyerro, etc. Según la 'Crónica de Población de Ávila', Muño Echaminzuide se llama también uno de los principales  repobladores de Ávila capital.

Veamos ahora al topónimo 'Sancho'. Maldonado Llorente afirma que parece también indudable su origen vascón, aunque terminó pronto extendiéndose por las tierras castellanas al Norte del Duero. No obstante, el predominio vascón siguió vigente en la época que analizamos. El topónimo de Sancho lo llevan también numerosos pueblos abulenses: Solosancho, Hernansancho, Sanchorreja, etc. Barrios García. A 'Historia de Ávila, Volumen II', basándose en un Documento de 1250, del Arcedianato de Ávila y Cabildo de la Moraña, presenta una lista de más de 22 nombres de pueblos conocidos por los nombres de sus fundadores, entre ellos figura Muñosancho.

En el caso específico de Muñosancho, nos cabe la duda de si se trata de un solo fundador de nombre Muño y apellido Sancho, o de dos fundadores, uno Muño y otro Sancho. La creencia más generalizada es la primera. Y es que, según Barrios García: 'Historia de Ávila, Volumen II',  a principios del siglo XII se ve pulular por varios pueblos riojanos a un personaje llamado Muñosancho.

Situación similar arroja el análisis de Gemendura. Aquí seguimos a Tejero Robledo, en 'Toponimia de Ávila' y a Barrios García, A.: 'Documentación Medieval'. Xemendura por evolución fonética es igual a Gemendura. Xemen y Endura son antropónimos nítidamente vascos. Endura le vemos también en Gotarrendura.

En el año 1085, Alfonso VI conquista Toledo. La caída de esta taifa, la principal de la España musulmana, a la par con la de Sevilla, lleno de espanto al islamismo hispano. Los almorávides del Norte de África, fanáticos, recién convertidos al islamismo, acuden a la llamada de auxilio de los reyezuelos moros, eclipsando la estrella de Alfonso VI con la severa derrota de Sagrajas (1086), cerca de Badajoz. Varios caballeros de allende los Pirineos, entre ellos el Conde Raimundo de Borgoña y su hermano Enrique, incrementan el tan quebrantado potencial militar del monarca leonés. Su presencia genera consecuencias transcendentales en el devenir de Castilla, León y Portugal. Alfonso VI casa a su hija doña Urraca con Raimundo de Borgoña. El hijo de ambos, Alfonso, accederá al trono leonés en 1126, será Alfonso VII de Borgoña, fundador de Dinastía de este nombre.

LA REPOBLACION DE LA MORAÑA

La conquista de Toledo origina también la de Ávila y provincia. Una gran parte de la población musulmana huye ante el avance de las tropas cristianas. Algunos se quedan, los llamados mudéjares. Alfonso VI emprende la repoblación y  encomienda a su yerno, Raimundo, la organización de tan ardua tarea. En este contexto, se formaron dos Comunidades de Villa y Tierra. La de Ávila y la de Arévalo. Esta última se ocupa de la repoblación de casi toda la Moraña, salvo el sureste adjudicado a la de Ávila.

En la repoblación, siguiendo al gran especialista del tema, Catedrático de la Universidad de Salamanca, Ángel Barrios García , ya antes mencionado, debemos distinguir dos fases: la primera  se extiende de 1088 a 1120. Es la de mayor empuje, la predominante, aunque entra en relativa crisis con la muerte del Conde de Borgoña en 1107 y la borrascosa turbulencia acaecida a la muerte de Alfonso VI en 1109, con la subida al poder de Doña Urraca (1109-1126). En esta fase se coloniza casi toda la Moraña, las mejores tierras y la compleja red de pequeños pueblos, entre ellos Muñosancho. En cuanto a una fecha concreta de la FUNDACIÓN de Muñosancho, habida cuenta de la distancia  a los dos focos principales de la repoblación, Ávila y Arévalo, creemos poderla ubicar entre 1097 y 1107.

La segunda fase abarca, desde mediados del S. XII, hasta los primeros decenios del Siglo XIII. Esta etapa se caracteriza por la llegada de nuevos flujos migratorios que consolidan los elevados núcleos de la primera  fase. En esta segunda fase o, con más certeza, a fines del Siglo XIII, según Barrios, se crean Gemendura y  su anexo  Gemiguel, ambas  separadas, aproximadamente, por kilómetro y medio. Gemendura, asentada en torno a las fuentes de su nombre, a 1850 metros de Muñosancho. Gemiguel,  distaba de Muñosancho 1400 metros, lindando con el camino de Crespos, nada más atravesar el arroyo de Villala; el nombre de este despoblado se ha perdido en la tradición oral, y el lugar se llama Fuente de Alzapierna. Debiera llamarse, tal vez, Fuente de Gemiguel. La ubicación la conocemos gracias al Mapa de Tomás Ortuño, el primer gran cartógrafo español que en su Mapa de 1769, anotó este despoblado. Esta información procede del Catedrático de la Universidad de Valladolid, Gonzalo Martínez Diez: 'Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana'.

Los repobladores son originarios de la España al Norte del Duero, gallegos, astures, leoneses, castellanos, riojanos y vasconavarros, aunque también llegan del Sur algunos mozárabes. La inmensa mayoría, según Barrios, la constituye un campesinado que se desplaza en busca de los beneficios de la guerra y atraído por las garantías jurídicas personales. Mayor libertad, propiedad individual de la tierra en zonas de escasa o nula población y, también, propiedad comunal de todos los vecinos. Monsalvo Ánton en: "Pobladores, Caballeros, Pecheros y Señores. Conflictos sociales Concejo de Ávila S.XII-XV" dice que en la primera etapa, dada la situación de frontera, imperó la igualdad, con muchas exenciones a los colonos,  concejo abierto y participativo, con escasas tensiones, pero a partir de mediados del Siglo. XII, se inició un periodo en el cual va imperando la supremacía de la nobleza y, en cierta medida, de la Iglesia. 

No obstante, su futuro quedó asegurado por la integración en el aparato feudal, a cambio de impuestos, todo ello no sin luchas y resistencias. Vease R.Pastor: "Resistencias y luchas campesinas en la época de crecimiento y consolidación de la formación feudal. Castilla y León. Siglos X-XIII". En 1304, el famoso 'Becerro de Visitaciones de casas y heredades de la Catedral de Ávila', constata que, en  Muñosancho, la iglesia solo poseía una obrada de tierra. En 1338, según Barrios, la iglesia de Muchosancho,   había alcanzado la cifra de dos hectáreas, en concreto, 4 yugadas, cultivo al tercio, cantidades muy poco significativas. Cándido Mª Ajo González de Rapariegos: 'Historia de Ávila y su tierra, de sus hombres y de sus instituciones, por toda su geografía provincial y diocesana. Tomo III', cita varias  veces a Muñosancho, en relación con los bienes que son propiedad del Cabildo de la Catedral de Ávila en esta localidad y en otras de la Moraña. Así el Racionero Martín Santamaría  y otros visitan las casas, heredades y  censos que posee en los años 1510, 1561  y 1568 hasta 1582. Del mismo modo guarda Memoria de las rentas eclesiásticas y decimales del Cabildo de Zapardiel en los siglos XVI Y XVII.

Finalmente refleja las tierras arredandas en Muñosancho en 1559 y 1770. Por otra parte,  Convento de Santo tomás de Ávila "compra por obra pía del Abad 5 obradas en Muñosancho". A mediados del S.XVIII, la tierra perteneciente al Cabildo de la Catedral abulense en Muñosancho y Villamayor alcanzaría, aproximadamente, un 11,52%, cantidad ya de cierto relieve. Estas tierras, laboradas por arrendatarios, se dedican, como todas, en general, al cultivo de panes llevar y, en menor escala, de leguminosas.  Véase Cuervo Fuente, Noemí 'La renta y la tierra y su evolución en la mitad norte de la provincia de Ávila durante los S. XVI y XVII'.  Más precarios son los datos relativos a Gemendura y Gemiguel. En el Becerro de Visitaciones, las cifras de la iglesia para estas aldeas ascienden a una hectárea en Gemendura y 6,5 obradas en Gemiguel, cuya iglesia se denomina San Salvador y han sido donadas por un piadoso feligrés, Blasco Blázquez. Las desamortizaciones de Mendizabal en 1836 y  de Madoz en 1856, reducen muy drásticamente los bienes de la Iglesia.

Muñosancho, como todos los pueblos de la Moraña de más de 100 habitantes, tiene  a lo largo de estos siglos, una economía basada, principalmente, en una agricultura y ganadería de subsistencia, combinada con actividades artesanales, tejidos, cerámica, madera, fabricación de herramientas y utensilios para el campo, fragua, molino, trueque, etc. Escaso comercio con el exterior. El ser localidad de realengo favoreció, en no pequeña escala, su evolución. En cambio, las aldeas con menos de 100 habitantes, como es el caso de Gemendura y Gemiguel,  se ven   obligadas a  relacionarse con los servicios de los pueblos colindantes. Villamayor navega en un mundo intermedio.

En cuanto a la demografía y su evolución, según Cuervo Fuente: 'Población y crecimiento agrario en un territorio de la España Central. La provincia de Ávila (S. XVI-XIX)',  después de la segunda fase, con  la llegada de flujos de relleno y la consolidación de la población, esta permanecerá estable, con declive en el siglo XIV, por causa de la Peste Negra, para recuperarse en  el Siglo XV y primeras décadas del XVI, para caer en una larga crisis hasta fines del XVIII. Comparando la población de toda la Moraña,  entre 1528 y 1752, la perdida de la población sería de un 28,7%, de 34.850 habitantes pasa a 27.926. A continuación se inicia una lenta recuperación.  A una relativa similar conclusión hemos llegado nosotros, utilizando los Censos de la época y acotando el análisis solamente a Muñosancho. Recordemos, en primer lugar, el momento de esplendor y pujanza  alcanzado en el reinado de Juan II (1419-1454) cuando el rey  y su séquito se alojan en esta localidad, durante las cacerías. El Censo de 1528, llamado de los pecheros, porque registra solo a los vecinos que pagaban impuestos al rey, contabiliza 92 para Muchosancho. El Censo de 1591, no incluye los habitantes, son los vecinos y nos da 72, dibujando claramente la crisis demográfica. El del  Marques de la Ensenada de 1752 incide en la caída con 66 vecinos. Las tasas de natalidad estimadas en Muñosancho en 1591 y 1752, con un 37 y un 31,7, respectivamente, marcan también la línea indicada.  Esta, por tanto, sería  la evolución demográfica de Muñosancho. El censo del Conde de Aranda, 1768, más moderno,  registra ya los habitantes y nos da solamente 218. Basándonos en estos datos, podríamos establecer que en 1528 la población de Muñosancho alcanzaría la cota más alta de este periodo, los 92 vecinos, multiplicando por 3,89 (Recomendación del Catastro de Ensenada de 1752), serían 357 habitantes. Los censos citados adolecen de fiabilidad plena.

Sumergida en un horizonte más impreciso aparece la  trayectoria histórica y demográfica de Gemendura y Gemiguel. En líneas generales su evolución sería parecida a  la de Muñosancho. Conocemos los datos del censo de 1528, 16 pecheros, 10 en Gemendura y 6 en el anexo Gemiguel, muy lejos de los 72 de Muchosancho, pero cercanos a los 20 de Villamayor. En el censo de 1591, dado en vecinos, registra la misma cantidad de 16, mientras Villamayor cae a 18. La novedad de estos censos, como decíamos, viene dada por el hecho de que  Gemendura figura con un poblado anexo, Gemiguel. Los 16 vecinos proceden de ambos mini poblados. El siglo XVII carece de censos fiables. En el censo del Marqués de Ensenada no figuran ni Gemendura ni Gemiguel. En esta fecha ya son despoblados. Cuervo Fuente, en una Muestra para definir el paisaje agrario abulense de mediados del S.XVIII, escoge 136 núcleos rurales y varios despoblados, entre estos últimos figuran Gemendura y Gemiguel. En función de  estas referencias y  otras muestras de la misma autora relativas a la natalidad y, principalmente, en Rodriguez Silva, Antonio, 'La situación de los despoblados en tierras castellanoleonesas durante el S. XVIII. El caso de los despoblados de Ávila', podemos concluir que el DESPOBLADO de Gemendura y Gemiguel aconteció en torno al año 1739. Según la legislación vigente, los despoblados pertenecían a la Hacienda Real y el pueblo más próximo tenía el derecho de aprovechamiento de sus tierras, pero la Corona podía venderlas en subasta. El pueblo más cercano es Villamayor y así figura en el  Diccionario de Madoz de  1850.  A mediados del S. XIX, Villamayor y  los despoblados de Gemendura y Gemiguel se incorporan a  Muñosancho.

¿Razones de la despoblación?.  Los analistas no dan una causa concreta y apuntan a varios factores generales: crisis agrarias y mala alimentación, epidemias, impuestos elevados, presión de la nobleza para hacerse con estas tierras. Nosotros creemos que su devenir pudo estar también condicionado por su división y exigua población. Ya en el pasado siglo no quedaba vestigio alguno, salvo las fuentes y algún resto de cerámica que emergía al labrar la tierra.  Por otra parte, no es un caso aislado, al haber más de 150 despoblados  en la Moraña.

¿Cuál era su ubicación?. Gonzalo Martínez Diez: 'Comunidades de Villa y Tierra de la Extremadura Castellana', siguiendo el mapa de Tomás López de 1769,  señala su ubicación exacta. Gemendura se hallaba a 1850 metros de Muñosancho  y en torno a las actuales fuentes de este nombre. En cuanto a Gemiguel, se ubicaba a 1400 metros de Muñosancho, lindando con el camino de Crespos, nada más atravesar el arroyo de Villala; el nombre de este despoblado se ha perdido en la tradición oral, y el lugar es llamado la Fuente de Alzapierna.

En el siglo  XIX, entramos en la era de los llamados censos modernos. Pascual Madoz, en su famoso Diccionario de 1850, copia los del Censo de 1842, con un total de 41 vecinos y 142 habitantes para Muñosancho. Madoz añade que de 16 a 20 niños asisten a la escuela a cargo de un maestro, dotado con 18 fanegas de trigo pagadas por los padres de los niños. Según Almuiña Fernandez, Celso: 'La Prensa Vallisoletana durante el siglo XIX, Tomo II', pags. 553-554, el precio de la fanega de trigo en los años de 1855-1861-1864 era de 38-43-36 reales.  El sueldo del maestro de Muñosancho seria aproximadamente de 700. En 1884 el Ayuntamiento de Valladolid paga a un albañil el salario de 18 reales diarios según el periódico La Opinión, nº 592,4-8-1884. Compárense ambos salarios. Una localidad como Muñosancho, con menos de 500 habitantes, tenía una escuela elemental completa o, tal vez, incompleta. A Los maestros de estas escuelas se les adjudica un sueldo muy precario.  El Plan de Escuelas  de 1825 confiere a estos maestros un salario  de 1100 reales; este mismo sueldo señala la Ley de 21 de julio de 1838. Finalmente, la mítica Ley de Moyano de 1857 agrava el problema. El art. 153: En los pueblos que tengan menos de 500 almas, el Gobernador fijará, oyendo al Ayuntamiento, la dotación que este ha de dar al maestro?. El siglo trascurre sin mejora alguna. La situación de las maestras es muchísimo peor, con un salario de solo 1/3 del otorgado a los maestros. Por fortuna, la equiparación salarial de maestros y maestras se llevará a cabo  por la Ley del 6-7- 1883. Pero la ley va por un lado y la realidad por otro.  El Estado liberal pontifica la gran importancia de la enseñanza primaria, legisla, pero  carga los emolumentos del maestro a los ayuntamientos y estos a los padres de los alumnos,  y todos obvian  y hacen dejación de sus funciones, en mayor o menor escala. Finalmente, bajo el gobierno liberal de Romanones, el R.D. 26.10.1901, Art.10, dice textualmente: "Los sueldos de los maestros de las escuelas públicas de primera enseñanza se satisfarán por el Estado?. En 1900 aparece el Ministerio de Instrucción Pública. Son pasos importantes, sí, pero  insuficientes, quedando todavía una muy larga travesía en el S. XX. Ahora nos explicamos cómo aflora con vigor, en este siglo XIX, el dicho proverbial: ?pasar más hambre que un maestro de escuela".

Después de esta pequeña digresión, volvamos a nuestro tema. Los estragos de la guerra de la Independencia (1808-1814) y la primera Guerra Carlista (1833- 1839), entre otras causas, explican esta caída demográfica a solo 142 habitantes, señalados, como sabemos, por Madoz. En claro contraste, los censos de 1857 y 1860 presentan un crecimiento inexplicable, con 330  y 346 habitantes, respectivamente. Sin embargo, es algo lógico, si pensamos que, sin olvidar otros factores, en este intervalo, la localidad de Villamayor, como antes ya señalamos, pierde su autonomía y es incorporada al Municipio de Muñochosancho. Los 81 habitantes que Pascual Madoz, en 1850, otorga a Villamayor, se suman a los de su nuevo Municipio, Muñosancho. En 1845 y 1856, los gobiernos liberales de Isabel II recomendaron, no obligaron, que los poblados menores de 30  habitantes y 50, respectivamente, se uniesen a municipios mayores, para facilitar su pervivencia. Villamayor, aunque supera estas cifras poblacionales, fue uno de los muchos poblados que se incorporó a un municipio mayor. Entre ellos, cabe señalar mi propio pueblo, Muñoyerro, que se unió, desafortunadamente,  a Bularros, en vez de, a Aveinte. En la segunda mitad del XIX, los censos son más fiables y terminan por llevarse a cabo cada 10 años. Muñosancho, en los del final del siglo, 1877, 1887 y 1900, sobrepasa ligeramente los 400 habitantes (417, 407 y 424).

Cerramos el artículo, con el sueño ilusionante de haber alumbrado, en una pequeña parte, la penumbra inherente a estos lejanos tiempos que vieron el alba de Muñosancho,  Gemendura y Gemiguel (también la desaparición de estas dos últimas aldeas) y su azarosa andadura, desde finales de la Baja Edad Media hasta las primeras décadas de la Contemporánea.