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Las lágrimas de Jon Kapuleto en Hércules

Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC. Dedicado a Arturo Ruiz.

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Las lágrimas de Jon Kapuleto en Hércules
O.R.R
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Lectura estimada: 3 min.

¿LA BELLEZA DEL EROTISMO HERMÉTICO GENERA EL ENAMORAMIENTO PLATÓNICO?

¿QUIÉN EXPERIMENTA MÁS PLACER AL MUTARSE?

Las locuras amorosas de Jon revolotean entre las destrezas hilanderas de Hércules hacia Onfalia. En el lienzo de Bartholomeus Spranger, Hércules se ha travestido, desarmando, las vestimentas de mujer le permiten seducirse desde la culminación de la intimidad.

LA DOBLE EXPERIENCIA del ANDRÓGINO establece relaciones ambiguas, que indican el predominio de los vínculos íntimos con la Naturaleza.

¡CONOCER LO PROHIBIDO lleva al límite extremo la seducción del alma imaginativa en el placer platónico sensual!

Al adentrarse en lo dual, la mirada se alimenta de los manjares de los rituales antiguos, chamanes partícipes en danzas ovales que bordean los lagos y las fuentes invisibles.

Jon supo dar vida a su ambivalencia antropológica mirándose en Hércules.

La fuente principal de su sexo estaba dedicada a su amada Clarisa.

¿Se deben llevar al jardín las observaciones sobre el género andrógino en los órdenes clásicos?

Jon siempre seguía los ideales de L. Battista Alberti, al defender la variedad de la naturaleza que vivía en el interior de los edificios. Las rejas y las cuadrículas, son la génesis de la perspectiva vivificada en el crecimiento de la glicinia del Sueño de Polifilo.

Jon quería crear un ritual desde la visión del mito de Hércules.

Los vientos son favorables al renacer cultural de la mansión Kapuleto, el sentido mítico romántico de Jon concreta las implicaciones herméticas de los criptopórticos de la fortaleza acuática del jardín de Hércules.

Bajo el arco triunfal de las glicinias, Jon descubre el más allá; iluminado por el ojo interior místico, cegado por la luz de Plotino, inscribe en la arquitectura de la exedra una significación simbólica, una apuesta por el orden rústico impuesto en las Hespérides.

El elemento femenino en Jon potencia la dimensión contemplativa para contactar con la Naturaleza.

Entre flores y animales, como Orfeo, el Serenísimo Jon, apasionado por la meditación filosófica, se retira la venda de los ojos, como Cupido, para retornar al origen virginal de su cuerpo que, como un templo, se transforma en glicinia blanca, revelación ilimitada que se manifiesta en una estructura conmemorativa del amor entre Julieta y Romeo, sublimación de la naturaleza en la que Jon contempla a Dafne, hija de Tiresias.

Jon, transformado en glicinia, alude a la dimensión heroica y solar de la libertad.

¡Un símbolo procedente del sueño discursivo del aposento de una pescadora cubierta de escamas!

Romeo es un Caballo de Mar de Marc.

Julieta es la Náyade Vasca.

Vigilar desde el más allá, custodiar el amor verdadero vivido en el jardín de las Hespérides.

Arturo pintó a Jon en el castillo de Arteaga, aislado en el retrato psicológico, el joven busca el estilo italiano neoplatónico, una imagen ideal de una corte humanista velada por la historia; Jon, exuberante, ante un espejo, imagina al artista pintando sus rasgos y formas, femeninas insinuaciones que potencian y ocultan la exaltación de una sensualidad que requería de un asesoramiento particular, encontró a un coreógrafo: un cíclope.

Jon Kapuleto contagiaba sublimidad y autocontrol, sobriedad y severidad, despego y altanería; se convirtió en un ser inabarcable con sed mutante, con ardor animal y floral.

Jon viste de terciopelo negro vasco. En el ballet ecuestre y en los torneos medievales vascos, se instala el caballero con su armadura espectral, deambula en un Viaje de Pensamiento.

El Caballo de Perseo recorre las aguas de Ofelia.

¡Mar del Averno que inunda las criptas del castillo sumergido por el deseo!

Los caballos acuáticos Vascos elevan al caballero humanista ante Neptuno/Poseidón; Galatea/Romeo asciende en la concha de Venus/Afrodita desde el mar templado del sonámbulo Vicino que, en el Bosque de Oma, recuperará los pigmentos terrenales para pintar al caballo alado, buen caballo que lleva en su vientre el libro sagrado con las huellas de Oma.

Las sirenas pintadas desde las tinieblas de los bosques, aportan la luz nocturna romántica, célebre en su veladura plateada véneta.

¿La devoción por un jardín devolverá la fortaleza al Amor?

1 comentario

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liuba gonzález cid 12/15/2023 - 7:42:58 PM
Exquisita definición de los marcos espaciales, allí, donde la naturaleza (su "Tempus fugit") permanece inalterada bajo el techo coloreado de Van Gogh, en espirales de cielo de tonos morados y malvas. Cuando visito estas recensiones me siento ante verdaderos acontecimientos literarios, vibrantes, encendidos y profusamente libres, como una cascada de hipérbatos y sonidos sinestésicos. Son cuadros escenográficos, profundos e iluminados, sueños más allá del marco, entre el amor y la locura. Estas lágrimas de J.K. en Hércules empiezan con una magnifica hipótesis, la pregunta se resuelve en la doble melodía del canon de Pachelbel, recuperada por Cage en su ORGAN2/ASLSP, música lenta y eterna que dejará de sonar en el 2640 (¿alguien nos recordará?). Adoro lo experimental de tus ensayos; lo clásico en Picasso y lo irreverente en Michelangelo, el pincel de Marc contra la ola de Géricault. Cuando te leo, pienso en Góngora y todo se convierte en... tierra, en humo, en polvo, en nada. Sin tormenta, no hay naufragio.
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