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Las lagrimas de Jon Kapuleto erotizan la fertilidad entre hombres

Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC

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Las lagrimas de Jon Kapuleto erotizan la fertilidad entre hombres
O.R.R
O.R.R
Lectura estimada: 3 min.

Las incursiones eróticas de Jon Kapuleto desarman a los Cíclopes.

Los escritos de Jon aportan ideas artísticas celebradas con exquisitez en la Corte de Arteaga. Erri escribe por Jon, yo escribo por Julieta. La estructura secreta con variaciones se revitaliza en el lienzo de Cornelis Cornelisz Van Haarlem; la pintura de Jon/Adonis alumbra el tratamiento de lo erótico desde lo alegórico.

Jon acrisola visiones sensuales y sexuales que cobran con amplitud una poliédrica mirada sobre la representación de los monstruos desnudos entre lágrimas de Eros.

¡El mapa de la piel inunda la sensualidad monstruosa!

La Luz sublima los cuerpos, las atmósferas impregnan huellas transgresoras en la piel solar de los personajes del libro LAS LÁGRIMAS DE JON KAPULETO (editorial Amarante).

Entre el éxtasis místico y el orgasmo dionisíaco, el pensamiento sagrado y siniestro traza una fuerte y penetrante mirada ante los desnudos mitológicos convertidos en alegorías que, en erotización diversificada, exploran la íntima relación entre los Cíclopes.

Entre cadenas, entre ataduras, la credibilidad de los mitos busca intensificar la fluidez de la libido, mientras, los objetos simbólicos buscan sustituir la pasión fálica sin disolución, en evaporación, con el manjar del bastón hercúleo de los Cíclopes descritos por Jon que, entre variaciones realizadas sobre las estrofas del Tartalo, revisten las sogas entrecruzadas en la piel convertida en láminas de luz cenital.

Se cruzan las miradas para desarrollar variaciones tipológicas del desnudo masculino no revelado. Miradas entre monstruos, mitos con pigmentos que añoran su unión con la tierra, con el paisaje oscuro; se trata de una narración determinada por el refugio tentador gestado en una oscuridad bañada de virilidad.

Abandonados los atributos heroicos, el Tartalo desciende a la intimidad de las cadenas, se emancipa la virilidad para trenzar el reverso y antídoto parcial que enfatiza la hiper virilidad del Cíclope de la Estigia.

Desarmar, desamar

Los mitos invierten la dirección de las armas que reciben.

¡Belleza eterna curada ante los espectadores receptivos a la carnalidad de los desnudos, estrategia pictórica!

Abiertamente sagrados, integrados en la mitología, el libro adentra al lector en la necesidad de acunar entre afectos a los hombres desdoblados.

¡Ahogarse, hundirse!

Anhelo de amantes que transitan entre las tinieblas de la luz; transformados en luz, abrazados, su piel transporta la tierra paradisíaca a la piel.

El poder de la piel impregna de sabores procreadores a los salvajes seres.

Se introduce entre las raíces metamorfoseadas la voz de la fertilidad masculina.

Los hombres de piedra y de mármol, sin copulación, se amparan en la espuma de Hércules, se retorna a la matriz constituida en el vientre masculino.

Culmina así el trance que le lleva a la petrificación de la fertilización.

La piel espumosa se convierte en crisálida del cuerpo soleado por el pincel de Jon Kapuleto, desde la ventana de lágrimas se contempla el trasvase; entre la belleza apolínea solar y el poder hercúleo de la fuerza floral, se revela el siniestro mundo del gigante vinculado a la madre tierra (Land Art).

Con el Aire, con Eolo y Céfiro, la rudeza de Hércules contrasta con la delicadeza y la dulzura del ser alado, amor carnal y espiritual que impregnan la piel de los aromas del huerto de especias asociado al jardín del jazmín entrelazado a los pezones de Jon.

Gestación de la gestación

Jon se viste de Adonis al advertir el germen de aromas que cubre el mapa con harina lechosa, juego azaroso alimentado desde las ruinas de molinos, energías secretas alimentadas por la vida campestre que inunda los recodos bucólicos del mapa de Hércules.

Lo celeste y lo terreno, tras la Caída Neoplatónica de Faetón, en contraste con el ascenso de Ganimedes, secuestrado por Júpiter (Acción), revelan el ocultamiento desde el Éxtasis del amor platónico, vencedor sin alas; será liberado al transformarse en Adonis, eje de la fertilidad hipertrofiada desde la sensualidad.

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