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Alas y Espada. De John Beard a Gilliam

Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC

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Alas y Espada. De John Beard a Gilliam
O.R.R
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Lectura estimada: 3 min.
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El Caballero de la Mesa Redonda ha adquirido las alas de Dédalo en el marco imaginativo que une Orwell con Fellini, distopías posmodernas en lo espacial que insertan los cristales y los velos de Lewis Carrol, para entrelazar la catarsis y el éxtasis de la confusión metafísica ante el Caos.

El liberador delirio quijotesco deambula ante el héroe soñado, soñador, que recorre el poder del objeto poetizado, una macro máquina descontextualizada alimentada por el Gigantismo simbólico perpetuado por Miguel Ángel, Giambologna y Tacca.

La escenografía y la dirección artística de Brazil, 1985, dirigida por el británico Terry Gilliam, se eleva con los espacios poetizados por John Beard; el relato espacial es distópico en su dependencia de la novela de ciencia de ficción de George Orwell, texto editado en 1984 que transmite una estética onírica inundada de pesadillas cercanas a los delirios derivados del arte surrealista.

¡Máquinas sin rostros hijas del Dadaísmo!

Las ambientaciones y las atmósferas, la semiótica del vestuario, el maquillaje, van construyendo los rostros invisibles perpetuados en el espacio visual.

¡Parábolas de espejos Anamórficos!

Las referencias a Eisenstein, Welles y a Fellini, dinamizan la tragedia y la comedia, ambas, llevan en su cima la pieza Satírica que domina los escenarios poliédricos de Beard en Brazil. La concepción de la creación se apoya en el proceso de esculpir una obra que, entre formas y escalas, permite emerger gradualmente la dirección artística.  El decorado se da forma en base a los ángulos de cámara, esta debe moverse con libertad entre las escenografías cambiantes, móviles volúmenes que rememoran el espíritu de Appia. Las maquetas se dimensionan con la precisión requerida en base a la localización, en un proceso de adaptación que rememora registros planteados en la Italia del siglo XV.

Se entrecruzan los géneros, el cine negro se inunda de las derivaciones del surrealismo figurativo y metafísico.

La intrahistoria escénica se baña con la melancolía para enredarse con las caricaturas críticas del universo de Goya; al volar los pensamientos, se crean los monstruos entre filtros suaves arropados por la vital suciedad que retransmite el legado de los cadáveres exquisitos del Surrealismo avanzado.

La máquina-cuerpo se alimenta de los Objetos Dadaístas para nutrir los elementos canalizados en Tiempos Modernos por Chaplin, la tecnología se deforma e inyecta de decrepitud a los autómatas elaborados por Salomón de Caus en Heidelberg.

En el contexto de la estética ciberespacial, integrando cyberpunk y dieselpunk, los escenarios distópicos se ensamblan con una estética retrofuturista visualizada por propuestas conocidas en el art déco y en los héroes pulps de las revistas de ciencia ficción y de terror.

El esquema de elevación psíquica del nuevo Dédalo surrealista revitaliza al héroe solar, ahora plateado; a la manera del rey Arturo, asciende su espada como una aureola mítica con resonancia arquetípica, ahora renovada en la escena satírica.

El arma erguida va unida a las alas para revestir de heroicidad el combate que, alejado del mito de san Miguel y san Jorge, pretende desatar la iconografía del folklore de los guerreros de Avalon.

La hazaña celeste se sustenta en el sueño y en la ensoñación para acostumbrase al origen celeste purificado por las novelas caballerescas medievales. El héroe alado admite las resonancias de las ataduras de Shakespeare.

La ceremonia de la espada y del vuelo de Dédalo llevan al viaje de Eros, un itinerario de amor para encontrar a su amada, una Dama idealizada que rememora el refugio del aposento determinado por velos y sedas que dan forma a las metáforas pintadas por los poetas italianos del Renacimiento italiano; cristalizados en las estrofas de Petrarca, en el sfumato de Leonardo Da Vinci y en los pliegues de las esculturas de Bernini, se celebra la llegada del amor eternamente confuso.

¡Tinieblas luminosas por las alas míticas!

EL CABALLERO ALADO, CON ARMADURA PLATEADA, RECORRE LOS SUEÑOS PARA ENCONTRAR A SU AMADA.

ANTE EL IDEAL DE BELLEZA NEOPLATÓNICO, EL CABALLERO ARMADO ELEVA LA ESPADA DE CAMELOT.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

1 comentario

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liuba gonzález cid 12/1/2023 - 11:07:27 PM
Gracias a tus ensayos y recensiones me adentré el universo de los autómatas. Descubrí esas distopías modernas, también, en la dimensión prerrafaelita de William Blake (Newton o La Revelación del Ángel). En el cine hay ese delirio que conjuga poder y placer, lo espacial se hace infinito, no sin antes hacernos pasar por la tenebrosa reja de Xanadú, emblema de la realidad suprema que queremos alcanzar, decorado que abre las puertas al jardín esotérico. Gillian hace una acrobacia magistral en Brazil, los objetos son templos modernos de la posmodernidad, deícticos marcados por la euforia y la quimera, veneno del mundo ciberherido que agoniza entre máquinas de escribir, centrales nucleares y burocracia de pasillos. Violencia sistematizada y estructurada entre lo bello y lo grotesco, construcción de una “nacionalidad” cibernética que Gilliam-Lang, anticipan en sus decorados grises, verticales. Gracias por este ensayo que evoca a Dédalo y su quijotesca aventura.
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