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Close, entre las Flores Rojas, en Rosa

Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC

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 Close, entre las Flores Rojas, en Rosa
O.R.R
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Lectura estimada: 3 min.

En la película Close (2022) Léo y Rémi son amigos que, con 13 años, conocen el amor, sus almas viajan y vuelan sobre los campos en flor.

El director del film es Lukas Dhont, un artista belga establecido en Gante que ya ha dirigido Girl, un largometraje centrado en una joven transgénero de 15 años apasionada por el Ballet.

¡FLORES BLANCAS, FLORES ROJAS!

LAS FLORES ROSAS INICÍAN Y CIERRAN EL JARDIN DEL AMOR ETERNO.

Léo se viste de blanco con matices, Rémi lleva camiseta roja, dominan los rojos con sus variantes en su habitación y en su vestuario. La mochila azul para Léo contrasta con la verde para la espalda de Rémi. El azul claro se une al blanco para dar forma al cielo. El rojo con el verde construye el paisaje idealizado para el amor, rojo y verde, colores del reino de Jacinto, mito esencial en las metamorfosis de Ovidio. Apolo perdió a su amado Jacinto, la flor roja del amor eterno se perpetúa en la iconografía amorosa.

Las lágrimas afloran durante la historia, el manto de tristeza es infinito, aunque la naturaleza nos ayuda en el seguimiento de la melancolía de Léo, eje del relato visual, su mirada verosímil nos adentra en cada sutil cambio, en cada matiz ampliado a los gestos de brazos y manos.

¡Al llorar por amor, se establece la certeza de un sentimiento puro y noble!

Los colores retoman el valor y el significado alegórico del largometraje.

El color rojo se impone en la habitación de Rémi para transcribir los instantes de soledad, rojo acristalado en la anomorfosis de Lèo, en un primer plano, está lleno del dolor incandescente del luto eterno.

Las flores del amor viajan con ellos, avanzan y vuelan para unirse sus almas entre sus flores silvestres; dentro de los campos bucólicos, las manchas de color derivan de la pintura de pigmentos, definen las composiciones que respiran desde la pintura de la tradición belga, pensemos en la historia de los paisajes flamencos del Renacimiento.

Los dos protagonistas inician un drama irreversible, sus caminos se bifurcan, una separación triste e injusta que se visualiza en la obra, cada uno recorre un camino desde la separación/unión.

Surge un Campo de flores amarillas y verdes tras la traición. Las Dalias aparecen en las escenas para apoyar el rechazo, el desamor; en su ambivalencia.

¡Las dalias quiero resignificarlas al mirarlas en mi jardín!

Cada trávelin se desplaza para avanzar con los sentimientos florales de los dos jóvenes, trayectos de izquierda a derecha, antesalas de acontecimientos, redenciones de travesías con génesis en la perspectiva oblicua del Renacimiento, movilidad entre manchas de color y de veladuras que integran a los espectadores móviles en las carreras sin fin.

Nos detenemos en los ojos, en la mirada, ojos en flor.

La ternura es el polen que fertiliza los campos del desamor.

Al correr dentro de los sederos de colores, aflora un recuerdo del director; considerada esta imagen como la representación icónica de la fragilidad de la infancia, ahora fracturada por la entrada de las máquinas con los sonidos agresivos, cambia el paisaje bucólico al páramo marrón, a las tierras sin flores.

La flor es un símbolo de la historia, los campos flamencos fueron vividos por el director, en su película, el motor del arte impregna toda la obra.

La coreografía se impone sobre el guion.

Los trávelin laterales, inestables ocasionalmente, crean campos de colores que encumbran al sol; en secuencias oníricas, el sol se superpone para representar a Eros; las flores rotas, como abrazos quebrados, se han roto con la llegada de los castradores del amor prohibido; la película nos adentra en el viaje al bosque maternal del desenlace, umbral de una vida, se fragmenta la escayola para entrar en un nuevo territorio.

La fragilidad se rompe por la brutalidad. La rusticidad de la naturaleza autosiembra al niño desde la morada maternal. Los hijos vividos por sus madres reverberan los campos dentro del bosque edénico.

La soledad se vivifica con una nueva forma enseñada por las madres.

La madre del director es docente y pintora, sus vínculos permiten centrar la historia en dos niños y dos madres.

La amistad pura de dos niños la quiebra la homofobia, algunos, asfixiados, no lo pueden superar y desaparecen evocando a Ofelia, otros, nos vimos arropados. ¿Cómo vivir sin el gran amor?

1 comentario

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liuba gonzález cid 8/22/2023 - 11:07:15 AM
Excelente ensayo que trae a la memoria el vínculo entre Cupido y Psique, la fuerza del amor representado en paisajes viriles y femeninos, intercambiándose expresiones de sutileza y pasión como un juego poético repleto de eclecticismo, engaño y melancolía. El vértigo de Eros ante Thanatos, pintado por Egon Schiele, la curiosidad que vence al tabú, y finalmente, la victoria del sueño en una alegoría cinematográfica que tú has pintado de manera magistral, como el observador que fija la mirada en el eco del tiempo, descubriéndonos un acto blanco cinematográfico entre miniaturas fotográficas minimalistas.
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