El próximo miércoles 19 de marzo en el Auditorio Principal del Palacio Los Serrano
Ignacio Goitia, ante las arquitecturas soñadas
Eduardo Blázquez Mateos-URJC
Los ideales de belleza del Humanismo se reflejan con firmeza en las obras de Ignacio Goitia; el Arte del Ingenio del artista (engloba el pensamiento de los genios italianos desde el siglo XV al XVIII) ha dado forma a tratados y diseños de enorme poder científico y onírico.
Los efectos de las perspectivas y el ornamento traducen la destreza de una sabiduría insólita en el siglo XXI. Goitia teje los tratados de arquitectura con la crítica social para generar preguntas al espectador móvil que, ante sus creaciones sublimes, descubre los enigmas de la vida y del arte.
Desde el Manierismo y el Arte Barroco, las escalas megalómanas y grandilocuentes se interpretan desde ejes axiales que se redimen en sus visiones de vistas topográficas, caprichos que descubre el autor desde la mirada a la cultura musical veneciana; entre las vedutas y el Grand Tour, se definen cajas escénicas inundadas de inquietudes que son vivificadas desde la representación majestuosa del Teatro Olímpico de Vicenza. Los planteamientos escenográficos de Palladio y Scamozzi se concatenan con Goitia, para fijar la capacidad parlante de la arquitectura pintada.
La caja escénica del genio vasco se redime en la simetría y la armonía del arte solemne, cada obra nos introduce en composiciones cartesianas amparadas por los escapismos de un exotismo convergente en su mente vanguardista apoyada, en parte, en la descontextualización, eje de interferencias que atrapan desde el humor y la ironía.
Goitia, arquitecto y coreógrafo, ilustra las nuevas iconografías de lugar y de tiempo, para dar forma a ciclos que vivifican los murales de Giulio Romano. Los cuadros tienen un relato propio, al tiempo, tejen ciclos iconológicos con un imaginario insuperable en la actualidad.
La capacidad metapoética del autor, se registra en su capacidad para organizar a actores y bailarines en un escenario impregnado de simbolismo. Los colores y el dibujo se alimentan de acrílicos para glorificar el poder de la arquitectura, para crear una nueva realidad poética que lleva a la libertad.
La programación vitruviana y serliana se proyecta en los códigos apolíneos que, en el subtexto, se inscriben en contenidos dionisíacos elaborados en las imágenes de las esculturas pintadas en los cuerpos desnudos en éxtasis, expresiones que llevan al phatos.
Las verticales y las horizontales se dinamizan con diagonales expresivas, se distorsiona la perspectiva para crear el himno a la metáfora de la ventana albertiana del siglo XV.
Ante el pensamiento científico de Goitia, nos adentramos en los trampantojos que amplían los espacios con la capacidad del color en la perspectiva atmosférica, una sinestesia pura en sus texturas y tintas que, con complicados efectos de tramoya, trazan recintos que llevan desde la escena trágica a la satírica. La teatralidad sublime de las obras, amplían los puntos de vista de fugas infinitas, para jugar con la percepción visual, en la ejecución de las bellas perspectivas oblicuas, se evoca lo inconmensurable.
Me emociona constatar la revisión constante a la Antigüedad, resignificando en Panteón y los ideales de la ciudad ideal, utopías que dialogan con el poder de la naturaleza y del jardín, núcleos esenciales de las alegorías definidas en los emblemas de Goitia que, con ímpetu, da salida a la transversalidad de las artes, para consolidad los programas literarios y artísticos que entrecruzan los géneros de la pintura.
Desde la ut pictura poesis, se presentan galerías museísticas transcendentales que llevan al autorretrato en enigmáticas representaciones que, en ocasiones, se alimentan del pintoresquismo del siglo XVIII.
Desde el interior de las obras, la luz y el color celebran los contrastes de estilos que alcanzan el prodigio de una síntesis de universos opuestos: desde el clasicismo, el autor viaja por cualidades orgánicas que se celebran en el palacio de Té de Mantua, ilusionismo anticlásico que rememora las escenografías barrocas de la escuela de Bolonia.
¡La libertad imaginativa es tan poderosa en Goitia!
Las piezas que observamos nos llevan a una experiencia constructiva alimentada por la poética de objetos que, entre la razón y la fantasía, nos llevan por los vanos y los macizos, para entrar y salir de las diversificadas coreografías vivificadas por la arquitectura alegórica que alude al poder de los movimientos espaciales.
Ante los simbólicos monumentos de Goitia, desde las personificaciones artísticas dimanadas por una mente privilegiada, me permito vestir a Ignacio de Giulio Romano.