Conferencia de Jesús Gascón dentro del Ciclo Cultural de la UNED
Juana I, Reina Sonámbula: El paraíso de Tordesillas
Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC
A Begoña Moares Segurola
Una leyenda de Tordesillas, en el siglo XVI, reveló el escrito de una carta oculta bajo una piedra rodada por el Duero. Las trenzas guardadas en la epístola pertenecían a la cabellera de la reina Juana I, desanudado el peinado, se entrelazaba con flores silvestres que impregnaban carácter canalizador de polen germinador y nutritivo, reveladores rasgos de una reina anudada a las nubes perpetuadas sobre el caduceo celeste de la diosa de las aguas.
Ante el triunfo de Galatea, Juana analizaba un grabado de los murales de Villa Farnesina, centró su vista en la obra de Rafael, la imagen de las aguas y de las ondas, anudadas, impregnaban luz a la visión de pájaro de la reina que, desde el mirador-corredor del Palacio Real, advertía en el Duero los rizos regulares de las cabelleras acuáticas, elevadas desde las ensoñaciones del compás activo en el diseño del jardín secreto.
En el ideario de Juana I, Tordesillas se identificaba con los míticos jardines pensiles de Babilonia; en armonía con las lavanderas, se admiraba la belleza de los movimientos de la reina sonámbula.
¡Se elevan los brazos de Juana I, simulando los rayos del dios Apolo, emulando las alas de Pegaso!
Entre saltos orquestados con Catalina, los frutos caían del cielo, con lentitud, las granadas y los naranjos manchaban las sedas y gasas que cubrían la espalda de Juana I.
Las lavanderas ofélicas admiraban el ballet blanco de los vientres de los cisnes que, colmados de luz, se pigmentaban con los frutos de Ceres y Proserpina.
¡Juana I ama Tordesillas!
La Reina, sentada bajo la pérgola imaginada, escribe una carta de amor al Duero, desde la certeza de ser ella la alegoría del mítico Rio de Tordesillas.
SIEMPRE TUYA (evocación de Errikarta R. vestido de Juana).
Primavera eterna y deseada que entra por los poros de mi piel, primavera amada que desata en mi un volcán de sensaciones, pasiones desatadas, pasiones locas que siempre recordaré pensando en ti.
Poco a poco me enredo en tu cuerpo rompiéndome la piel, colándome suavemente en tu cuerpo, simbiosis perfecta de dos cuerpos que habitan en uno solo, sentimientos al aire envueltos en filigranas de colores, así es lo que siento cuando te recuerdo.
Cuerpos iluminados por el tenue rayo de sol, ventana amiga guárdame para siempre su reflejo, su esencia, una mirada, un gesto, paso decidido y poderoso y hacemos la piel, como no querer morir de amor, siempre en tu piel, siempre en ti.
Si tan solo pudiera contemplar su reflejo en tus aguas mi querido río amado, soltar mi pelo al viento y cubrir su cuerpo desnudo bañado en tus aguas. Melena tejida sobre un cuerpo casi olvidado, melena tejida sobre un recuerdo de algo que fue y que ya no volverá.
Amado río Duero cántame tus alabanzas y hazme soñar, sueños engalanados de un amor que siempre recordaré. Tantos paseos por tu vereda, tantas miradas lascivas que culminamos en nuestros aposentos. Si tan solo pudiera contemplar su cara sobre tus aguas cristalinas?
Apoyada en mi ventana veo pasar la vida, vida de una Reina sonámbula que fue y siempre será una flor perdida, que con el paso de los años ha ido perdiendo su brillo y su color. Solo un recuerdo, solo una ensoñación para volver a recobrar aquella ilusión que siempre me produjo vivir en libertad, poder ser yo misma. Hoy deshojo mis pétalos al viento tiñendo un futuro de verde esperanza, decidida y confiada me entrego a un futuro incierto, pero esperanzador, no me olvides nunca, mi querido río Duero.
La Reina legítima contempla el páramo que, con un jardín en su interior, expresa el perfume apoyado en los murmullos de su soledad.
El rio Duero humanizó la muerte de la Reina.
¡Emana el vapor de las flores de la cabellera de la reina!
Entre las estrellas, las aguas mostraban los reflejos de los brillos del terciopelo negro, textura esencial en el vestuario de la Reina.
¡Morada de Soledad vivificada en el Palacio de Juana I en Tordesillas!
A la orilla cálida del Duero, la reina se transforma en Coloso, en Naturaleza, para leer un poema alegórico sobre un poeta alado que ha encontrado un rincón paradisíaco, en cuyo centro se halla un rosal florido, con tres ramas iguales, si bien las rosas de cada rama tienen distintos colores; de la copa del rosal brota un resplandor que ilumina una fuente clara. Un doncel le explica al poeta de Gorbea que, el jardín, representa a la naturaleza; el rosal es un árbol de honor que tiene tres raíces: amor verdadero, humildad y esperanza. El resplandor consuela a Juana I, los pétalos blancos y rojos cubren su vientre, la rosa amarilla, flor solar, lleva el dibujo de un laberinto medieval vegetal elaborado por Begoña.
El Palacio Real de Tordesillas es la mansión alegórica del Amor.
¡Reina de acción y contemplación que duerme bajo el amor incondicional de las ramas para visitar el amor desigual!
¡Lecho que abre un camino de encantamiento!
Las aguas sustentan el lamento de su cementerio acuático.
¡Se engarzan los pensamientos como las perlas!
¿Cómo bucear en el interior ante una muerte inminente?
¿Cómo organizar la filosofía de las preguntas, en armonía con la poesía pintada?
Los lienzos del libro Juana I-Reina Sonámbula. ¿Aportan las interpelaciones precisas al ideal de Belleza del Renacimiento?
Los elementos platónicos se vivifican en las imágenes de la Reina, reverdece el Renacimiento en la escultura del paseo de las estatuas del Buen Retiro. Iría Groba Martín define el ideal platónico en la obra.
¡El amor de un hombre es humo, la pasión de los hombres se convierte en vaho!
Los suspiros de los héroes alrededor de Juana I, crean el templo circular de los besos puros que definen el umbral, esfera almacenada en el sótano real.
Se muestran en Tordesillas los ideales de Belleza de Baldassare de Castiglione. Alegoría de la Virtud y del Valor en la Belleza de Juana I, la reina es un antídoto contra la idea del crimen.
Juana I, Reina Sonámbula, encontró en Tordesillas su paraíso.
EL PARAÍSO DE TORDESILLAS ES JUANA I.