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Juana I, reina sonámbula

Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC

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Juana I, reina sonámbula
O.R.R
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Lectura estimada: 4 min.

Juana I es la Reina legítima, es un modelo de Lealtad.

Juana I, entre lo bello y lo aleatorio, representa lo Sublime en el libro de la Editorial AMARANTE: JUANA I, REINA SONÁMBULA.

¿Cómo huir de la cárcel del Amor? ¿Cómo sustraerse al agotamiento creciente de la traición?

Sobre las cimas de la libertad, las estrellas viajan por los senderos de las laderas; desde el aposento, el mainel permite a Juana I dialogar con su espejo convexo.

-El laberinto trazado en mi espejo, nace en el cerebro del baile de Catalina; sin rumbo, los paseos de mi hija son tránsitos cegadores, sus pasos de danza sonámbula me enfrentan a la pared tejida con terciopelo negro. ¿Cómo agregar un héroe al relato de Tordesillas? La vida, entre rejas y muros, no me impide deleitarme en los espacios feminizados desde los pensamientos maternales. En las innumerables fisuras de mi rostro, observo los pináculos de mi morada interior, huellas de mi madre nacidas en el vuelo del pez carmesí.

Negro sobre negro.

Desbordada, Juana I atiende, desde la ventana azul, las alarmas presentadas en el jardín definido por las flores inmóviles.

Corriendo y gritando, llega el pasaje del madrigal bailado con la sensualidad ilustrada por Aretino, ante los ritmos lujuriosos, destinados a los sueños húmedos, la sombra soleada limpia a Saturno.

El verde es el color de la Noche Oscura en Tordesillas.

Catalina aguarda en un rincón, cubierta con las partituras vénetas.

¡Turbulentos sonidos procedentes del Duero, oquedades penetrantes alentadas desde las troneras de la fortaleza interior!

Los opulentos marcos de bronce velaban la gasa y el tul de la bella Reina Sonámbula, creación de Errikarta Rodríguez y Eduardo Blázquez Mateos, autores que tejen los óleos de la morada maternal de Tordesillas, palacio de Saturno atendido por la pasión telúrica de Juana I.

El dorado artesonado del retablo flamenco, consolida los hechos del viaje mítico de la humanista castellana; la reina legítima, sólida y brillante, agita la atmósfera del palacio para discernir los senderos primaverales de su amada hija.

Los acuosos ojos, ante el espejo anamórfico, registran las bondades de Palas Atenea, para definir las reservas de la iconografía de la Lealtad. Los ojos descansan ante la lectura de una égloga de Garcilaso de la Vega.

¡Juana I representa el ideal de belleza neoplatónico hispano!

¡Lágrimas de luz procedentes de las partituras!

¡Desaparece el amado, se revela Catalina!

Las lágrimas pertenecen al fervor lírico de Eros que, en superposición a Tánatos, se apodera del reino soleado de Apolo para alcanzar los tapices ejecutados por Penélope, obras elaboradas desde la maternidad vegetal. Crece su olvido por Ulises, se revitaliza la vida de Juana I al margen de Felipe El Hermoso, Odiseo está hipnotizado por Circe.

Sobre una isla del Duero, Juana cubre una rosaleda con las plantas y flores de su jardinero predilecto. Felipe II aportó vergeles en la morada de su abuela, para rememorar a su madre. Se tejen las perlas de Isabel y Juana.

¡Las islas crecen en Tordesillas!

Llegan las lluvias para cubrir de polen la cabellera de Juana que, mientras se adentra en el espejo oval, advierte la transformación de sus manos en laurel.

-¿El sol de Castilla desvía a lo sensual? Estoy cubierta con la armadura de una diosa insigne, para acompañar a los Templarios en mi último viaje. La belleza de los actos contemplativos, desde las troneras, me aporta el sagrado temor de las certezas. Eros ama a Castilla y, con su armadura(murallas), transforma los sentimientos en alegorías, para ascender el espíritu ante la tensión de las danzas de las musas parnasianas.

¿Cómo adorar el Amor alado/armado? ¿Cómo perpetuar el amor irracional? ¿Cómo consagrar los vínculos primitivos a la pureza de los sentimientos?   

Juana I observa la Naturaleza; ante el Duero, se desposaba con la Aurora para gozar de la contemplación solitaria; desde la Melancolía, elogiaba lo defectuoso. El elogio de la locura de Erasmo, aportó sentimientos superiores que, Juana I, convirtió en resplandor silencioso. Callada y transparente, retrocede ante la salida de Luna, divisa la barca nórdica sobre el plácido Duero.

¡Aguas durmientes en flor! ¡Sustancias de libertad flotantes en su fidelidad perpetua!

  1. Las estrellas enjoyan con seda blanca la cabellera de la Reina.

¡Agua adormecida, Ofelia dormida en la tumba, lecho soleado con coraza!

¡Aguas claras en flor para la reina legítima!

¡Viva la Reina Isabel I!

Sobre el Duero, Juana I extendió lo brazos para besar la sombra flotante; atormentada por la visión, se transformó en Laurel, buscó refugio en el jardín para aspirar el aroma del paraíso.

JUANA SE VISTE DE OFELIA de Errikarta Rodríguez.

 

Tantos años han pasado ya, tantos años haciendo mella en su cuerpo, lugar vacío que ha roto su pobre corazón, corazón abandonado, desterrado en un estanque de musgo y lodo, alas rotas que ya no pueden despegar del frío suelo, salvación, única escapatoria de un ave herida, soledad.

La reina contempla su amado río Duero desde su jaula de oro. ¡Cuánto querría caminar por su vereda! Un último adiós, un último recuerdo. Muy despacio se quita las horquillas y abalorios de su tocado, soltando su cabello recogido, melena al viento que como una bandera ondeará anunciando su última victoria, su gran triunfo.

Vestida de Ofelia y con flores en su pelo, se desliza sigilosa por los tenebrosos pasillos de piedra del castillo, segura y confiada camina hasta poder observar la inmensidad de su amado río Duero. Rosas pálidas en sus manos enardecen su figura, la figura de una reina, la figura de Juana primera de Castilla, reina sonámbula que siempre fue y siempre será.

Bajo unos sauces en un lodazal junto al río, se acuesta delicada, mientras suspira su amor, en la mano dos rosas blancas que pétalo a pétalo va esparciendo a su alrededor creando un lecho de muerte, bello, puro. La reina descansa sumida en una letanía, espuma blanca bajo sus pies, remolinos graciosos que poco a poco van tomando su frágil cuerpo hasta perderse en el fondo del río, reina sonámbula que en el último segundo dedica una última mirada, una última sonrisa a su amado río Duero.

¡Semillas sobre el lodo, semillas de amor puro que brotan, floreciendo, jardín de rosas transformado, nunca un lodazal fue tan bello, tan puro! Lugar sinestésico que siempre será recordado por el jardín de la reina sonámbula, de la reina de las rosas blancas, paraíso inexistente que siempre permanecerá en nuestros corazones. Dios salve a la reina, Dios salve a Juana primera de Castilla, la reina sonámbula.

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