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Las entretelas imposibles de Castilla y León

Tribuna
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La cara del vicepresidente García Gallardo ha ido mutando desde la famosa frase de Santiago Abascal en la noche electoral que avanzaba un nuevo rumbo en Castilla y León tras la victoria insuficiente del PP y su obligado pacto con VOX. El partido de Abascal por entonces se sentía con toda la fuerza del mundo, hasta que llegó el tsunami de Moreno Bonilla en Andalucía y tumbó sus enormes expectativas. Después vino lo de Macarena Olona, que comenzó a acompasarse con las diferentes salidas de tono de García Gallardo y sus consejeros, especialmente el 'grumete' Veganzones al que ya se le acumulan diferentes calificativos por sus conocidas salidas de pata de banco.

García Gallardo ha servido para mostrar lo que todavía es VOX; un partido con carencias de estructura que pilota toda su estrategia desde Madrid, anulando por completo la vocación territorial que debería marcar la agenda de sus protagonistas, en este caso los de Castilla y León. García Gallardo se ha quedado solo ahogado en un discurso sin continuidad, tratando de disimular en lo que se ha convertido: una figura desautorizada desde las reacciones a su propuesta de protocolo contra el aborto.

La tormenta política que generó ese proyecto le ha venido muy bien al PP. El PSOE quiso cargar la responsabilidad en lo poco edificante que es el pacto de los partidos de derechas, pero precisamente los socialistas no pueden dar lecciones de compañía. Basta con mirar a la bancada que asiente disciplinadamente las órdenes de Pedro Sánchez, rodeado de socios variopintos que ya le han recordado en la última semana lo que todos sabemos: "ojito, que estás en nuestras manos".

El cainitismo entre bloques políticos no está exclusivamente patentado por la derecha en la Comunidad. El cruce tuitero entre los alcaldes de Valladolid y León refleja claramente que esta tierra no tiene remedio. Para José Antonio Díez es muy barato meterse con Valladolid y generar ese leonesismo populista tan rentable. Pero el alcalde de León, que sepamos, no es militante de UPL, sino un socialista como su colega de Valladolid al que le importa poco saltarse el respeto institucional y alentar la división territorial con el único objetivo de conseguir rédito político. Aislado en su partido, pero aferrado al cargo, Díez alude al sentido del humor cuando aplaude un tuit en el que la provincia de Valladolid explota por los aires. ¿Cómo hubiera sido su reacción con un tuit idéntico pero explotando León acompañado de un like del alcalde de Valladolid? La respuesta es perfectamente imaginable.

Pero estas son las entretelas de Castilla y León, las que impiden construir un proyecto común alrededor de aquel viejo slogan de nueve provincias y una Comunidad. Se puede defender una identidad provincial sin renunciar al espacio común ni agredir al vecino. Esto debería estar por encima de Garcias Gallardos y alcaldes impresentables.

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