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¿Cómo amar en éxtasis?

Por Eduardo Blázquez Mateos-URJC

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¿Cómo amar en éxtasis?
R.C.G.T
R.C.G.T
Lectura estimada: 2 min.

La Iconografía del Caminante se vivifica en la representación de La Pasión de Adán de Arvo Pärt. La puesta en escena de Robert Wilson proyecta la clave del lienzo de Friedrich, se celebra la visión lumínica del eje axial aéreo que, sobre el azul conceptualizado desde el ideario de La Bauhaus, sublima el árbol invertido desde la estructura antropológica del misticismo humanista.

Ante la calma sobrenatural, Wilson une el clasicismo con la vanguardia, para transitar en un relato visual iluminado por el suerralismo ecléctico derivado del cine expresionista.

El árbol del paraíso, invertido, se transforma en jardín de nubes, un espacio pensil que se poetiza en lo iconológico, evocando a Dante; la rama vegetal sublimada como un laurel sagrado, rememorado en las regeneraciones líricas de Pina, revela la transmisión de Conocimientos a las mentes bellas.

Sobre el mar de nubes conceptualizado, nos adentramos en el próximo texto con un título determinante: ¿ Cómo amar en éxtasis?

¿Cómo vivir desde el éxtasis?

Entrar en éxtasis, supone adentrarse en la topografía de la imaginación, una forma de conocimiento artístco y científico.

Avanzamos en los bosques de nubes para establecer vinculaciones con la acción corrosiva del tiempo; una transformación de la materia que se encarna en los posos de las cortezas y de las raíces que, con intensidad telúrica, puede descansar en los ancestrales cementerios de las hijas de la madre Naturaleza.

Al insertar la pasión, miramos la obra de Pasolini para retratar la sombra de los páramos amados desde el éxtasis. Los modelos pictóricos del cine de sombras fortalecen la verticalidad del árbol-escalera, alargado, lleva al cielo activado por los horizontes ilimitados.

¡Apariencia y realidad, nubes ampliadas desde la topografía de lugar!

Nubes azuladas, material de cuerpos y de cuevas tratado con pigmentos que se insertarán en espacios ocultos, espacios interiores cubiertos por trazos impetuosos y banales enfrentados al espacio vacio; desde el silencio de la continuidad visual del universo subterráneo, el caminante se redime.

Ubicados en nuestro entorno, desdoblado en formas que puedan completarse, por sorpresa, con sigilo, emergen las islas en éxtasis alimentadas por odiseas espaciales con capacidad para generar estados de ánimo en éxtasis.

Entre interacciones, el camino va transformando la presencia de las flores impregandas en el cuerpo-jardín, recodo de luz interior para acercarnos al despertar del espíritu del Romanticismo.

Al redescubrirnos, se rescata el hueco natural de la oquedad del árbol encantado, solitaria experiencia directa.

¡Se escucha el laúd!

Estamos poblando los libros con reflejos de flores, aúreos versos que están visitando el aposento privado bajo el claro del bosque.

Al hablar con Begoña y Erri, trato de ordenar la estructura del próximo texto.

¡Lealtades en éxtasis!

¡Quiero guardar las lealtades en mis libros!

Gratitud de una Belleza Esencial, triptico de pureza ante el bello sentimiento del pensamiento romántico.

¡Heroicidad en éxtasis!

¡La Melancolía conmueve la Belleza!

¿La Melancolía es el camino para encontrarse con las bellezas enmarcadas en lo Sublime?

El estado del alma romántica, abismal, nos ha permitido pintar esperanzas en el jardín de nubes; desde las fuerzas dasatadas en el paisaje del alma, se revela el asombroso bosque de la montaña que cubre la orilla de un mar con tumulto.

He viajado con Begoña(alegoría de la Lealtad) y Errikarta(Adán azulado) por los íntimos senderos del éxtasis, cristalinos escritos creados desde la creencia de la belleza de los personajes; para perpetuar lo bello y lo siniestro, el viaje de la lealtad resulta esencial.

¿Cómo desentrañar la voluntad de la Lealtad?

Desconcertados, en soledad, vivimos sobre al acantilado descrito en un relato cultivado con las pasiones de seres incompletos.

Desde lejos, infinitamente lejos, indago dentro de la almena de nubes.

¿Cómo pasó?

Se escacabulló.

Nos lanzamos a las Alas del Faro de Virginia Woolf.

1 comentario

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liuba gonzález cid 10/23/2022 - 7:26:34 AM
Gracias por esta escritura casi invisible, limítrofe entre la plástica escénica y la alquimia de los viejos poetas. Así, Bob Wilson, como el director que esconde celosamente su cuaderno, graba imágenes tintadas sobre el lienzo de la escena. El ciclorama de luz percibe la grieta por donde el azul se diluye. El Atelier es el mundo de Calderón retratado, de espaldas, en su Gran teatro. Consigues abarcar en tu texto el orbe del espacio vacío, el lugar donde coinciden el poeta, el pintor y el escenógrafo en un eco interminable. ¿Bob pintó el caminante...?, o Friedrich diseñó las luces del espectáculo de Adán sobre las notas aéreas de Pärt...? Como bien dices, la respuesta puede estar en la acción corrosiva del tiempo, que todo lo transforma.
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