Conferencia de Jesús Gascón dentro del Ciclo Cultural de la UNED
Ganadores abulenses en el III Concurso de Microrrelatos de Raíz Cuadrada
Antonio Gómez Manrique y Juan Carlos Delgado Manrique ha sido los premiados.
Raíz Cuadrada ha anunciado el resultado del III Concurso de Microrrelatos “El origen lo ponemos nosotros”. De nuevo los premios se quedan en casa, ya que han sido Antonio Gómez Manrique y Juan Carlos Delgado Manrique, ambos residentes en la provincia de Ávila, quienes han sido galardonados con el primer premio y el premio a mejor abulense respectivamente.
El resultado ha sido más ajustado que nunca, ya que los cuatro primeros textos han estado separados por apenas veinte décimas en la puntuación final. Antonio Gómez, con su relato “Remojando la leyenda”, tuvo una puntuación de 8,37, quedando en segunda posición Juan Carlos Delgado con “Tiros” que llegó a los 8,25 puntos en el cómputo global. A muy poca distancia, pero ya sin premio, encontramos un doble empate a 8,06, muestra de alto nivel de esta edición.
Los criterios de evaluación han sido la relación con la temática (Ávila y la cerveza), la calidad en la redacción, la ortografía/gramática y la originalidad del relato. Se han recopilado más de 60 textos procedentes de distintos puntos de España como Barcelona, San Sebastián u Oviedo.
Edad litros de cerveza
Como ya es tradicional, ambos ganadores disfrutarán de la raíz cuadrada de su edad en litros de cerveza, además de un cheque regalo en Librería Letras, para el primer premio, mientras que el mejor abulense obtendrá un lote de libros de la editorial Ambulibro.
Antonio y Juan Carlos continúan la lista de autores abulenses que ganan este concurso, donde ya figuran nombres como los de Eugenia Hernández, Begoña Jiménez, Anzoni Martín e Ismael López.
Textos ganadores
Remojando la leyenda
Antonio Gómez Manrique
Hasta que no vio a los exploradores del caudillo Abdalla Alhazen batirse en retirada, no reparó en cuan sedienta estaba. Tenía el gañote seco como las tierras que veía a los pies de la muralla. Esquivó a viejos, críos y otras mujeres que, como ella, habían tenido que vestir los ropajes de sus maridos y empuñar sus aceros para evitar un asedio. La luz intermitente de las teas continuaba alumbrando la oscura noche sobre la urbe abulense y dibujaba alegres sombras en los muros internos de su centenaria fortaleza. No hubo terminado de bajar el último escalón de los que conducían al adarve, cuando un pichel apareció en su mano derecha. Lo alzó y el griterío se tornó en silencio. – Bebed por la vida, reguemos con cerveza las calles a las que hemos evitado un baño de sangre. Los vítores la ensordecieron. Jimena Blázquez acababa de convertirse en leyenda.
Tiros
Juan Carlos Delgado Manrique
Agazapado en su escondite, perdió la cuenta del tiempo. El casco le daba calor, su arma pesaba, y la ropa de camuflaje era asfixiante. Comenzó a sudar y maldijo su imprevisión. No había cogido la cantimplora. Con sumo cuidado, se atrevió a mirar entre las ramas y observó el cobertizo cercano. Debajo, junto a otros bultos, había una nevera. Nadie. Busco cautamente trazas del enemigo, y al fin, se atrevió. Preparo su arma, y de una carrera alcanzó el sombrajo, abrió la nevera, y con su cuchillo destapó una cerveza. Mientras bebía con fruición, oyó unos disparos y sintió varios impactos en su espalda. Dolían un poco. Sus piernas se doblaron poco a poco, y soltando el fusil, se sentó en la nevera, contemplando el hermoso paisaje de la sierra de Gredos. Eliminado, siguió disfrutando de su estupenda cervecita. El Paintball podía ser muy estresante.