
Villalar volvió a ser símbolo de una Castilla y León que busca su identidad
El pasado 23 de abril, la Comunidad volvió a conmemorar su fiesta autonómica con actos repartidos por todo el territorio, destacando una buena asistencia en la tradicional celebración de Villalar de los Comuneros. A pesar de las diferencias políticas, miles de ciudadanos se acercaron a la localidad vallisoletana para participar en un día marcado por la reivindicación, la memoria histórica y el debate sobre el presente y el futuro de Castilla y León.
Este año, la jornada estuvo marcada también por la ausencia institucional del Gobierno autonómico, que suspendió su presencia y todos los actos oficiales en señal de duelo por el fallecimiento del Papa Francisco. Una decisión que contrastó con la presencia activa de todos los partidos del espectro progresista, que acudieron a Villalar como gesto de compromiso con una celebración que, más allá de lo político, busca conectar con la ciudadanía.
Aunque la Junta no estuvo presente en Villalar, sí impulsó y financió actividades culturales en otras provincias, destacando especialmente los conciertos musicales que se celebraron en distintas capitales y municipios de la Comunidad. Una inversión que tuvo por objetivo descentralizar la fiesta y acercarla a todos los rincones del territorio, en un intento de construir un sentimiento de pertenencia que, pese a los esfuerzos, sigue siendo frágil.
Porque, más allá del éxito de convocatoria en Villalar o del alcance de los conciertos, el 23 de abril volvió a poner sobre la mesa la asignatura pendiente que arrastra Castilla y León desde hace décadas: la falta de un sentimiento regional compartido y arraigado. La identidad castellano y leonesa continúa siendo, para muchos, un concepto difuso, más vinculado a la administración que al corazón.
El Día de la Comunidad debería servir, precisamente, para fortalecer esa conciencia colectiva. Para mirar al pasado con orgullo, al presente con responsabilidad y al futuro con ilusión. Pero eso solo será posible si todos los actores —instituciones, partidos y sociedad civil— apuestan de forma decidida por hacer de Castilla y León algo más que una suma de provincias.