Que el período de precampaña y campaña electoral es terreno abonado a la mentira lo saben hasta en Groenlandia. Es más que posible que así sea en todos los países del mapamundi, pero donde lo es, a ciencia cierta, es en el nuestro. Es marcar el reloj la hora de salida de la precampaña y todos los gobiernos ponen en marcha su maquinaria. El nuestro, el actual, comenzó por los viernes sociales, de febrero a abril de 2019 (previos a elecciones) y, para nada, contribuyeron a incrementar la deuda pública (la de todos los ciudadanos) en 2.300 millones de euros, siguió con los anuncios en pandemia (que fueron el mayor desastre nunca visto y el catálogo de trolas más grueso jamás urdido) y ahora se ha arremangado para fundirnos a todos a base de mensajes que oculten, de algún modo, todas las tropelías hechas hasta la fecha y nos convenzan, incautos de nosotros, para acabar metiendo en la urna su papeleta con la esperanza de que nos caiga alguna subvención o una prebenda.
La bola más gorda va a ser la de la vivienda. Los "analistas" de La Moncloa se han "cuscado" de que a los jóvenes (y no tan jóvenes) les preocupa el tema de la vivienda y se han decidido a pergeñar una estrategia de patrañas que les haga pensar que lo suyo está arreglado y que, sólo votando a Pedrito, lo tienen hecho.
Los bancos alucinan, el ICO no sabe qué debe hacer, el Bco de España ya se ha manifestado avisando de los peligros, los promotores de vivienda no saben por dónde les va a dar el aire (aunque sí saben que si tienen que hacer una vivienda barata, no se van a gastar las perras en buenos materiales), el Ministerio de Defensa (a quien van a levantar no sé cuántos terrenos dice que a ellos quién les paga), los okupas preguntan qué hay de lo mío no vaya a tener que pagar por algo que puedo ocupar sin coste y los propietarios de viviendas están corriendo como locos a las notarías a poner los pisos a nombre de todos los tíos solteros que quedan en la familia (a razón de piso por tío, no vaya a considerarse gran tenedor a quien tenga 2 viviendas, que en camino vamos) por ver si así las salvan de la expropiación.
Nuestros gobernantes han decidido, sin analizar los asuntos, tan sólo desde una óptica estrictamente electoral, diseñar un futuro en el que mis hijos vivan en barracones respetuosos con la perspectiva de género (ya hay trabajos de arquitectos y avances en normativa de ciertas comunidades autónomas sobre esta materia, no es broma), compren en un supermercado público de precios justos (de modo que si el precio es justo para el consumidor quizás no lo sea con el proveedor o, si lo es también con éste, finalmente la factura la pagará el Estado y, por ende, lo pagaremos todos posteriormente a través de otra vuelta de tornillo impositivo que convertirá nuestro país no sólo en el que más impuestos clava a sus ciudadanos en Europa sino en el primero del mundo o aquel cuya Deuda Pública se acerca más a la de Venezuela), estudien en colegios donde se apruebe, con suspensos, en la lengua que le apetezca al gobiernito de turno, usen los electrodomésticos aprobados oficialmente por el Ministerio (ni de coña van a poder usar una Thermomix, aparato machista hasta la médula), utilicen la energía o el agua sólo en los días que ésta llegue al pueblo (que racionar será la medida justa y equilibrada) y viajen (si es que pueden) en una flota de vehículos eléctricos propiedad de un amigo del ministro o del hermano de Ximo Puig.
Eso sí, entretanto, a ellos que no les falten sus viajes en Falcon a la República Dominicana o a una boda si es que toca, chófer para conducir a 215 por hora en una carretera de Zamora, VISA oro para comer en un 3 estrellas Michelín, casoplón en urbanizaciones privadas, colegio de pago para sus hijos, bilingüe por supuesto, y la chacha yendo de compras al Supermercado Gourmet del Corte Inglés (en lo que no legislen y lo cierren) o el asistente sin dar de alta en la Seguridad Social ocupándose de todo.
Cuanto más se acercan las elecciones más miedo me da este país porque veo que, en los próximos días, algún "rufián" va a prometer que el Barça ganará la Champions el año que viene, por Decreto Ley, y a mis hermanos les van a entrar las ganas de cambiar su voto, de modo que el Partido Regionalista de Amigos del Barril de Cerveza se va a quedar sin 4 votos que le son esenciales pa´entrar en la Diputación de Burgos. Conste que he tenido que avisar a todo el grupo de guasap que Pedro Sánchez no les había prometido gratis el "Interbarril", que no, que de lo que hablaba era de una cosa de trenes, no de cerveza... ¡porca miseria!
En resumen, que, entre tanta mentira, lo del 28 de mayo va a traer cola...