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Clásico

OCIOZINE

Por Raquel W. Polo

Pequeñas ciudades


Cuando pensamos en los agentes del FBI, siempre los imaginamos en su papel más glamuroso, cazando terroristas o resolviendo conspiraciones por las calles de Nueva York, siendo los más duros, (guapos) y listos del barrio.

Pero también hay ocasiones en las que se tienen que enfrentar a casos (aparentemente) menos complicados y llamativos en pueblos y ciudades sin grandes rascacielos, en los que “nunca” pasa nada, donde todos se conocen (para bien o para mal) y donde la juventud sólo puede ir al centro comercial y soñar con salir cuanto antes de allí.  

 

 

Y eso lo sabemos, claro, por la televisión y el cine, donde encontramos cientos de casos. Digamos que, por ejemplo, Quantico y Blindspot, puedan servir como muestra de los primeros. Para los otros me voy a fijar hoy en otras dos series, las dos igual de extrañas y atractivas. Una es todo un clásico, la otra navega ahora por su segunda temporada.

 

¿Os acordáis de Twin Peaks? Aquella serie revolucionó la televisión. La fotografía, la música, el ambiente, todo era nuevo para nosotros. La historia del agente del FBI que llega a una (imaginaria) pequeña ciudad de Washington (las pequeñas ciudades de Washington tienen siempre cierto aire misterioso. Será el clima húmedo y el paisaje verde y brumoso que nos pintan) a investigar el asesinato de Laura Palmer, la protagonista ausente.

 

 

Aún recuerdo la campaña de promos en Telecinco, (en la época de mi añorado Lazarov, que fue tan criticado por las Mama Chicho o las Cacao Maravillao… Si aquellos que hablaban hubieran sabido la bazofia que llegaría a emitir ese mismo canal veinticinco años después) con las imágenes de la playa gris, aquel ambiente tan húmedo, y el cuerpo envuelto en un plástico, con un simple mensaje ¿Quién mató a Laura Palmer?

 

Así, el agente Dale Cooper (interpretado por Kyle MacLachlan, el que fue actor talismán de David Lynch, creador y director de la serie), que ya de por sí era bastante rarito, tenía que descubrir quién había matado a la reina del instituto, de entre un enjambre de sospechosos, a cada cual más rarito (que él) aún. Todo ello, siempre, delante de una taza de humeante café y un plato de tarta de cereza con una pinta de lo más apetitosa.  

 

 

El verdadero problema de esta serie es que, mientras la primera temporada sólo se puede tildar de espectacular, incluso en nuestros días, para la segunda, Lynch perdió la cabeza, y empezó a incluir una serie de sucesos y personajes sin sentido (¿ya habéis olvidado al enano bailarín y al gigante?), y la cosa se le fue de las manos.

 

No sé si sabéis que, siguiendo la nueva moda del relanzamiento de nuestras viejas, o no tan viejas series (como Expediente X, Padres Forzosos; MacGyver o Prison Break,) ya está anunciada una nueva temporada que se estrenará, probablemente, el año que viene (si David Lynch consigue decidir si quiere o no quiere estar en el proyecto).

 

Podéis encontrarla en DVD. También la película, Fuego camina conmigo, que nunca tuve claro si era una precuela o una secuela.

 

 

La otra serie de hoy es Wayward Pines. Es más moderna, pero comparte con la anterior ese ambiente cargado y misterioso. También tienen en común la implicación de un conocido cineasta como M. Night Shyamalan (capaz de regalarnos una obra maestra como El Sexto Sentido, y de perpetrar crímenes como Airbender el Último Guerrero), que produce y, además, dirige el piloto.

 

Esta vez la acción (basada en las novelas de Blake Crouch) tiene lugar en una ciudad de Idaho, llamada Wayward Pines. En una habitación de su pequeño hospital, y atendido por una enfermera excesivamente amable, se va a despertar el agente Ethan Burke (en la piel de un Matt Dillon al que se le empiezan a notar los años), tras sufrir un accidente de tráfico.

 

 

Burke había llegado hasta allí buscando a dos agentes desaparecidos. Una vez que se hace con el alta voluntaria del hospital (levantándose de la cama y saliendo por la puerta), va a intentar, continuar con la investigación, que le ha llevado hasta allí, dejando atrás a su mujer y su hijo.

 

Todo ello sin móvil (el agente Cooper nunca lo necesitó, eran otros tiempos), sin cartera, ni dinero, y lo más importante, sin la más mínima ayuda de (casi) ninguno de los habitantes de la ciudad. Y el que menos va a ayudar de todos es el Sheriff (Terrence Howard, el Rhodey del primer Iron Man).

 

En vez de encontrar respuestas lo que va a hallar son cada vez más preguntas y cada vez más complicadas. Pero lo peor de todo, va a ser descubrir que Wayward Pines, es, literalmente, un callejón sin salida.  

 

 

La segunda temporada (que estuvo a punto de no existir) está protagonizada por Jason Patric, y se emite (casi a la vez que en USA) en Fox. La primera la podeis encontrar en DVD y en los servicios de videoclub de algunas plataformas.