Un futuro sostenible requiere cambios en todos los niveles - desde el individual hasta las organizaciones, desde lo local hacia lo global-, mediante un enfoque estructurado, moviendo nuestras metas desde el estado actual hacia el futuro deseado.
La experiencia demuestra que no basta con explicar a la gente lo que está ocurriendo con el cambio climático, la desaparición de las especies y sus hábitats, la contaminación del agua para que se puedan corregir las prácticas y los comportamientos que degradan el ambiente. El cambio vendrá por la elección que haga cada individuo y por la suma de la conducta de todos. Hoy ya se puede calcular cuál es la huella ecológica de cada uno de nosotros, de manera que no hay escusas para no asumir nuestra responsabilidad, evitando descargarla en los poderes públicos. Estos a su vez necesitan innovar en la educación y la sensibilización pública, traduciendo los datos científicos en mensajes más claros y sencillos, con conceptos estimulantes que conecten con las emociones.
Para conseguir mejores conductas ambientales hay que apoyar a los individuos a que experimenten por si mismos los beneficios de las nuevas pautas. Ha de ser un cambio basado en la vivencia personal, de manera que se pueda percibir que el cambio es importante, que vale la pena y que es alcanzable. Cuando el individuo está convencido de estas tres condiciones, entonces hay garantías de que el cambio se produzca.
Este proceso de salida de la zona de confort del individuo necesita contar con tres elementos esenciales: la comprensión, el autoconocimiento y el compromiso individual. En función de la información de la que se dispone, del grado de motivación y de compromiso personal, los individuos pueden clasificarse en cuatro categorías:
En primer lugar, encontramos los que desconocen qué es la sostenibilidad. Estas personas necesitan recibir una instrucción informativa para entender las nociones básicas sobre la conservación y protección del medio ambiente.
Luego están los individuos que saben del tema y realizan el comportamiento deseado, pero solamente de vez en cuando. Su primera necesidad es recibir un apoyo, como la creación de estimulo sobre las consecuencias positivas de su comportamiento. Estas personas solo necesitan soporte para hacer que su comportamiento se perpetúe en el tiempo.
En tercer lugar, nos encontramos con aquellos que saben sobre el tema, pero no actúan. Estos necesitan una intervención motivacional, a través de una información más eficaz y clara, en línea con sus modelos mentales o disfrutando de las iniciativas que les motive a emprender la acción.
Y por último, existen también personas que conocen bien la sostenibilidad y realiza el comportamiento deseado en su día a día. Su comportamiento se ha convertido en una norma para ellos. Tienen una autogestión de su comportamiento y en general no necesitan ayuda externa, salvo para estar informados de nuevas pautas o conductas que seguir.
No todas las técnicas de sensibilización son eficaces en el aumento de la conciencia; no todas son necesariamente eficaces en la obtención de cambio de comportamiento. La mayoría de la gente escucha lo que le interesa, lo que encaja con sus creencias, y eligen lo que más les llama la atención. Algunas personas no van a escuchar o leer la información que reciben y otras simplemente optan por ignorarla. En ocasiones pueden sentirse manipulados o forzados y se resisten a cambiar. La resistencia al cambio ocurre frecuentemente; viene acompañada por la sensación de pérdida de la antigua manera de comportarse, el temor a afrontar los cambios y las dudas sobre la capacidad para realizarlos. Cada vez es más evidente que las barreras internas e invisibles, tales como la mentalidad, las creencias y los hábitos culturales pesan más que las barreras técnicas y científicas, a la hora de avanzar hacia la sostenibilidad.
Las técnicas de coaching, por ejemplo, pueden apoyar a los individuos a desarrollar su capacidad de cambio, sus esfuerzos para alcanzar hábitos más ambientales y a comprender la importancia de su cambio: el por qué vale la pena sus esfuerzos y cómo alcanzar los cambios que desea realizar. Quizás no se obtenga el nivel de cambio deseado para conseguir a corto plazo una sociedad sostenible, pero es el grado en el que el individuo desea comprometerse y en el que se siente cómodo haciendo el cambio por el momento. Se logrará mucho más trabajando con los que están más motivados para actuar, que con los que están obligados a hacerlo sin estar dispuestos a intentarlo. Una vez que el individuo ha hecho algunos cambios y ha visto el beneficio, puede llegar a estar preparado para llevar a cabo una vida más sostenible, en harmonía con el resto de la creación.
La conservación del planeta es algo intrínseco a nosotros, está dentro de cada ser, por eso hay que conectar, inspirar, compartir y transformarnos a modo de energía esencial que no se crea ni se destruye… solo se transforma…