“Algunos me llaman Naturaleza. Otros, nos me llaman Madre Naturaleza.
Llevo aquí más de cuatro mil quinientos millones de años.
Veintidós mil quinientas veces más tiempo que tú. En realidad, no necesito a las personas, si no que las personas me necesitan a mí.
Sí, tu futuro depende de mí.
Cuando yo prospero, tú también lo haces. Cuando me derrumbo tu también te derrumbas, o incluso peor.
¡Llevo aquí desde hace eones!
He dado de comer y he matado de hambre a especies más grandes que tu.
Mis océanos, mis ríos, mis bosques te pueden tomarte o dejarte.
La manera en que decidas vivir cada día, ya sea teniéndome en cuenta o ignorándome, no me importa en realidad.
De una manera u otra, tus acciones determinarán tu destino, no el mío.
Yo soy la Naturaleza y seguiré adelante;
Estoy preparada para evolucionar…y tú?”
(Nature is speaking, video de Conservation International)
https://www.youtube.com/watch?v=WmVLcj-XKnM
Estas serían las palabras que la Naturaleza nos diría, si hablara. Con un mensaje claro y asertivo, la Madre Tierra pone al hombre en su sitio, recordándole que en realidad es una especie más del planeta, que dependiente hasta en lo más mínimo de ella, de sus mares, ríos, bosques y suelo. Aunque nos cueste admitirlo, el hombre es frágil y vulnerable ante tanta majestad y poder. La Naturaleza encuentra su equilibrio en el reino vegetal y animal pero aún no en la mente humana.
Si la Naturaleza hablase, nos diría, como cualquier madre, que cuidásemos nuestro comportamiento, que mantuviésemos ordenada nuestra casa y que respetásemos todo lo que generosamente nos da. De nuestra conducta depende nuestra supervivencia, no la del planeta. Nuestra dependencia es absoluta. Cada gota de agua de nuestro organismo procede del mar. Si no hay agua, no hay sistema que sustente la vida. Sabemos desde que íbamos al colegio, que la mayor parte del oxígeno producido en la atmósfera se genera en el mar y la mayoría del carbono orgánico es absorbido y guardado por los microorganismos marinos. Los océanos dirigen el clima, regulan las temperaturas, determinan la química de la Tierra y generan las lluvias. Si no hay agua, no hay vida. Si no hay azul, no hay verde.
La Naturaleza nos habla estos días cuando el río Sena amenaza con desbordarse a orillas de Paris o deja desnudos nuestros pantanos; pero también cuando nos regala el descubrimiento de una nueva especie desconocida hasta ahora. El ser humano depende de la Naturaleza y no al contrario. La humanidad es sin duda fabulosa y para que perdure tendríamos que unir nuestras mentes y utilizar nuestra inmensa capacidad de pensamiento para encontrar un compromiso, que nos permita mantener el orden natural sobre el que seguir apoyándonos en el futuro.