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Clásico

Desde mi Tribuna

Por Juan Postigo Vergel

La máquina del Fango(ria)


Efectivamente, es 'Espectacular'. Ha sido una 'Fiesta en el infierno'. Cinco largos días -'La pequeña edad del hielo', podríamos llamarlo- en los que Pedro Sánchez ha tenido en vilo a media España para decidir si dimitía o no dimitía. 'Gracias pero no', ha terminado por pregonar a los cuatro vientos el presidente en una comparecencia que no fue, porque tal y como a mí me enseñaron en la facultad de Periodismo una comparecencia sin preguntas no es comparecencia, sino un comunicado. Si bien es cierto que luego hizo ronda por diferentes medios para explicarse.

Y las mencionadas explicaciones han sido muy interesantes, llamativas o analizables -llámenlo como quieran- por parte de los periodistas. 'Un poco de todo', vamos. Pedro Sánchez ha venido a decir que su amago responde a lo que denominó una máquina del fango. A que haya una serie de lobbys dispuestos a mentir, creando fake news -o 'Mentiras de folletín'- y 'Retorciendo palabras de amor' con tal de minarle a él y a todas las personas que le rodean. Y detrás de ellos, medios dispuestos a publicar lo que haga falta. 'Fachosfera', los nombra él desde hace meses. Los de la 'Desfachatez', podríamos llamarles.

Esto al final tiene dos lecturas para los periodistas y para los medios de comunicación, que es a donde quiero llegar con todo esto. Los de un lado lo han visualizado como una 'Geometría polisentimental' diciendo que efectivamente esa máquina del fango existe, y que negarlo es de ciegos. Los del otro dicen que el presidente va de 'Rey del glam' y que tan solo se trata de una excusa para poder cerrar medios no afines.

Seamos objetivos, y lógicos. Desde el momento en que la mayoría de medios de comunicación, por no decir todos, reciben parte de su financiación de publicidad de empresas privadas, estos dejan de ser 100% imparciales. Dicho de otra forma, '¿Qué sería de ti sin mí?'. Jamás publicarán nada en contra de esas empresas, por decir la primera y más obvia de las consecuencias. Eso sí, la gente luego exige periodismo gratuito, objetivo y de calidad. El mismo que te pide independencia es el primero que no suele pagar un euro por un periódico. 'Dramas y comedias', vamos.

Pero no esquivemos el epicentro de este artículo. Los periodistas debemos, a raíz de esto, plantearnos hoy más que nunca nuestra profesión. La evolución en los últimos quince años ha sido o venderse o al que más dinero daba o al que más se acerca a su color político. Y eso es algo intolerable. Debemos repararlo. Y 'Ni tú ni nadie' puede decirnos cómo hacerlo. Debemos avanzar nosotros mismos, sin dejar que nadie nos influya.

En fin. 'A quién le importa', Pedro. A él sí, desde luego. Quizá el truco sea, cuando la gente te señale, te apunte con el dedo y susurre a tus espaldas, que a ti te importe un bledo.