Dando continuidad a nuestra última intervención en el blog, nos ocupamos del segundo de los relatos recogidos por el folclorista Petre Ispirescu y que forma parte de Basme romanesti - Romanian Fairy Tales - Contes de fées roumains (Editura Paralela 45, 2023). Se trata de "Luceafarul de ziua si luceafarul de noapte" / "The Morning Star and the Evening Star" ("La estrella de la mañana y la estrella de la noche").
Un emperador y una emperatriz no podían tener hijos. Ni los magos ni las brujas los podían ayudar. Una noche el Señor se apareció en los sueños de la emperatriz y le dijo que tendrían un niño y que el emperador tenía que ir al arroyo con la caña y el sedal, de tal modo que el pez que cogiera ella lo tendría que cocinar. Ambos deberían de comer de él.
La emperatriz, entonces, despertó a su marido y le contó el sueño. Él se dirigió al arroyo, tiró el anzuelo y pescó un pez de oro.
Ella cocinó el pez y lo comieron. Después, sintió que estaba embarazada. Al mismo tiempo, la doncella chupó también una espina que estaba en el plato de la emperatriz (quería conocer cómo sabía su comida), e, igualmente, notó que estaba encinta.
Nueve meses después, de día, la emperatriz dio a luz un hermoso niño. De noche, la sirvienta tuvo otro niño que se parecía al de la emperatriz. El hijo de la emperatriz se llamó Busuiok; el hijo de la sirvienta Siminok.
Ambos crecieron juntos, aprendiendo muy rápido. Se hicieron mayores: eran altos, de conversación agradable y muy valientes.
Un día decidieron ir de caza. Como eran muy iguales, la emperatriz puso una marca sobre su hijo ?anudó dos cabellos juntos-, sin que él lo supiera.
Se deleitaban con lo que veían en la naturaleza. Querían cazar bestias salvajes.
Cansado, el hijo del emperador colocó su cabeza en el regazo de Siminok, pidiéndole que acariciara su pelo hasta quedar dormido. Entonces, Siminok encontró la marca hecha por la emperatriz en el cabello, y le preguntó a Busuiok por dicha marca. Este se molestó mucho, descubriendo que fue su madre la artífice de la misma. Decidió irse. Se despidió de Siminok y le dio un pañuelo, informándole de que si alguna vez veía tres gotas de sangre en él, estaría muerto.
Siminok regresó solo a palacio y contó a la emperatriz y al emperador lo sucedido. La madre de Busuiok, muy dolorida, se consolaba mirando a Siminok.
Pasado un tiempo, Siminok vio en el pañuelo tres gotas de sangre, y quiso ir a buscar a Busuiok. Cruzó ciudades, pueblos, praderas, bosques y halló una cabañita donde vivía una anciana. Siminok le preguntó por Busuiok y ella le dijo que fue el yerno de un emperador que vivía por allí.
Siminok se presentó en el palacio del emperador. Su hija creyó que Siminok era su marido, pero Siminok le dijo que era el hermano de su marido. Ella siguió afirmando que era su marido y Siminok apeló a la justicia divina, propiciando el que una espada pendiente de una clavija cortase a quien no decía la verdad: la espada cortó el dedo de ella. Entonces, la hija del emperador lo creyó y le dio hospitalidad.
Siminok descubrió que Busuiok había ido a cazar y que no había regresado. Fue a buscarlo, y se encontró con la Bruja del Bosque. Ella trató de escapar; Siminok la persiguió y la Bruja se subió a un árbol.
Tras un tenso diálogo y un pacto entre la Bruja del Bosque y Siminok, ella hizo aparecer a Busuiok con su caballo y sus perros. Siminok le echó los perros a ella, y estos la destrozaron.
Los dos hermanos se saludaron. Y se relató lo acontecido desde la partida hasta ese momento.
Busuiok sospechó que Siminok se había enamorado de su mujer, y no quiso creerle cuando le contó la verdad. Acordaron, entonces, vendar sus ojos y los ojos de sus caballos, montar estos caballos y que ellos los llevaran donde quisieran. Así se hizo. Busuiok oyó un gemido, se quitó la venda, miró en torno y Siminok no estaba: era como si Siminok se hubiese caído a un pozo y se hubiera ahogado.
Busuiok regresó a casa y su mujer le contó la misma historia que la relatada por Siminok. Para convencerse de que ella decía la verdad, ordenó a la espada saltar de la clavija y cortar a quien estuviera equivocado: cortó el pulgar de Busuiok.
Busuiok lloraba por su hermano. No deseaba vivir sin él. Se vendó él, vendó al caballo y fue al bosque donde su hermano había perecido. Cayó donde Siminok había caído y allí murió. Desde entonces, Busuiok, la estrella de la mañana, y Siminok, la estrella de la noche, han aparecido en el cielo.
"La estrella de la mañana y la estrella de la noche" es otra hermosa pieza narrada del folclore rumano. Destacan aquí valores como el amor y la fraternidad. Observamos, asimismo, un tema muy occidental -y muy propio de la literatura maravillosa- como es el tema del doble, que encarna en Busuiok y Siminok. Ellos dan vida a esos valores.
Es un relato, pues, del gusto de los lectores de todas las edades: al igual que ocurría con "Aleodor el emperador", para los niños ofrece enseñanza, y para los mayores es un modelo de conducta.
Confío, finalmente, en que les haya gustado y haber sido capaz de traer ante ustedes un fragmento de la cultura de ese espectacular país que es Rumanía.